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La oración disuelve la perturbación

Del número de abril de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Febrero de 2017


Hace unos meses sentí náuseas y me enfermé. Mi temor era que me podía desmayar, y aunque estaba en casa, no habría nadie alrededor para ayudarme. Me las arreglé lo mejor que pude y luego con dolor me tendí en la cama para orar. Yo sabía que en esta hora de necesidad mi solución estaba en Dios.

Había aprendido desde una temprana edad en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana que Dios hizo al hombre a Su imagen y semejanza, y que vio Dios todo lo que había hecho y era “bueno en gran manera” (véase Génesis 1:26, 31). Esta declaración acerca de la verdad espiritual de Dios y Su creación es una en la que he llegado a confiar.

En 1 Juan 4:8, también está escrito que “Dios es amor”, y he llegado a conocer el cuidado amoroso de Dios a través de los años. En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy da una visión inspirada de la naturaleza de Dios como Amor cuando escribe: “El Amor Divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág.494).

Yo necesitaba sentir en ese preciso momento el consuelo que el Amor provee. Me di cuenta, que la semana anterior, me había estado sintiendo un tanto sensible sobre cosas tontas. Les había permitido que me afectaran, hasta que me sentí bastante abrumada. En la Ciencia Cristiana aprendemos que la causa de todas las enfermedades es mental, y vi que necesitaba cambiar mi pensamiento y comenzar a verme a mí misma como Dios me ve: completa, sin faltarme nada y como estando en Su amoroso cuidado.

Envié un mensaje de texto a un practicista de la Ciencia Cristiana solicitándole tratamiento en la Ciencia Cristiana. Aunque sentía mucho dolor, sabía que esto no era el final y que iba haber alivio. En muchas ocasiones había sanado por medio del tratamiento de oración de un practicista de la Ciencia Cristiana. Una vez me curé de forma permanente de furúnculos en las piernas. Sabía que mi necesidad de curación sería respondida también en este caso. La sensación de calma que pronto sentí fue un resultado directo de las oraciones del practicista. 

Mi hijo tenía la intención de visitarme esa tarde, y lo llamé para que viniera enseguida. Él asistió con varias tareas domésticas, y su apoyo de oración-su declaración de mi perfección como una hija de Dios, hecha a Su imagen y semejanza- fue muy reconfortante. Era una afirmación de que Dios no hizo un cuerpo sano o un cuerpo enfermo, El hizo al hombre espiritual, por lo tanto completo, satisfecho y en perfecta salud. Yo sabía que yo era este “hombre”, al igual que todos los demás miembros de la familia, los cuales estaban siendo bellamente cuidados por Dios, y siempre estaban incluidos en Su amorosa atención. 

El himno 134 en el Himnario de la Ciencia Cristiana habla de nuestra relación con Dios:

Me abriga Tu bendito amor,
Tu ley es mi sostén;
Tu mano en todo puedo hallar 
y todo en Ti, Señor;

(Samuel Longfellow, traducción español ©CSBD)

Por medio del estudio de la Ciencia Cristiana había estado aprendiendo acerca de mi tierna relación con Dios, y ahora tenía la oportunidad de demostrarla. El practicista me recordó que nunca podía estar separada del Amor divino, mi fuente de salud y felicidad. También, que nada podía cambiar la forma en que Dios me hizo, Su idea espiritual. No había nada en Su universo, ninguna creencia falsa acerca de nadie, que pudiera molestarme o perturbarme y alterar la paz y la armonía que constituían mi identidad espiritual. Soy por siempre completa, libre y alegre. Dice en Ciencia y Salud, “Una idea espiritual no tiene un solo elemento de error, y esta verdad elimina debidamente todo lo que es nocivo” (pág. 463). Pude ir a dormir mientras mi hijo se fue a la casa con su familia, con la intención de regresar a pasar la noche. Después de aproximadamente dos horas me desperté y supe que podía cuidarme yo misma. Le dejé saber a mi hijo que estaba curada y que continuaría con mi trabajo de oración con el apoyo del tratamiento del practicista.

Agradecida, a la mañana siguiente pude confirmar mi completa curación a mi hijo y al practicista.

Me encanta lo que estoy aprendiendo en la Ciencia Cristiana, que elucida las curaciones y la enseñanza de Cristo Jesús, y está disponible para que todos la sigan.

Irmgard Louis, Paulshof, Sandton

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Febrero de 2017

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