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Pronta recuperación de una caída

Del número de mayo de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en el Christian Science Sentinel del 2 de enero de 2017.


Esta es una adaptación de un testimonio originalmente transmitido en la emisión online de las reuniones de testimonios de los miércoles de La Iglesia Madre.

Un día mi esposo y yo estábamos caminando hacia nuestro mercado local con unos amigos. Vivimos en una ciudad que tiene muchas calles empedradas y caminos con abundantes baches. Mi esposo tropezó en un bache y cayó de rodillas. Parecía aturdido, y cuando lo ayudé a ponerse de pie, noté que sus manos y rodillas estaban gravemente raspadas. Fuimos a sentarnos en un banco cercano, y poco después perdió el conocimiento y pareció dejar de respirar. 

Mientras yo sostenía con todo mi amor a mi esposo, uno de nuestros amigos, una científica cristiana, comenzó a decirle algunas verdades metafísicas. Ella afirmó en voz alta que él era hijo de Dios y no estaba caído —que en realidad él era recto, completo y libre. No pasó mucho tiempo antes de que volviera en sí y abriera los ojos.

Juntas llevamos a mi esposo de regreso a casa, donde vendé sus heridas y pasé el resto del día en silencio orando mientras él descansaba. Afirmé el hecho espiritual de que no hay accidentes en el reino de Dios porque Dios gobierna perfectamente a Su creación entera. Pensé en esta declaración de Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Los accidentes son desconocidos para Dios, o la Mente inmortal, y tenemos que abandonar la base mortal de la creencia y unirnos con la Mente única, a fin de cambiar la noción de la casualidad por el sentido correcto de la infalible dirección de Dios y así sacar a luz la armonía” (pág. 424).

Seguí orando para ver que, como hijo de Dios, mi esposo era perfecto y nunca había estado fuera del cuidado de Dios. Al final del día las heridas de sus manos y rodillas habían sanado casi por completo, y apenas se notaba que alguna vez había estado lastimado. Inmediatamente volvió a su estado normal de salud y vitalidad.

¡Estoy muy agradecida por este ejemplo rápido de la eficacia sanadora de la Ciencia Cristiana!

Miranda Ash, San Miguel de Allende

Publicado originalmente en el Christian Science Sentinel del 2 de enero de 2017.

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