Esta es una adaptación de un testimonio originalmente transmitido en la emisión online de las reuniones de testimonios de los miércoles de La Iglesia Madre.
Un día mi esposo y yo estábamos caminando hacia nuestro mercado local con unos amigos. Vivimos en una ciudad que tiene muchas calles empedradas y caminos con abundantes baches. Mi esposo tropezó en un bache y cayó de rodillas. Parecía aturdido, y cuando lo ayudé a ponerse de pie, noté que sus manos y rodillas estaban gravemente raspadas. Fuimos a sentarnos en un banco cercano, y poco después perdió el conocimiento y pareció dejar de respirar.
Mientras yo sostenía con todo mi amor a mi esposo, uno de nuestros amigos, una científica cristiana, comenzó a decirle algunas verdades metafísicas. Ella afirmó en voz alta que él era hijo de Dios y no estaba caído —que en realidad él era recto, completo y libre. No pasó mucho tiempo antes de que volviera en sí y abriera los ojos.
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