¿Consiste la vida en juzgar y ser juzgado? A veces pareciera que sí. Hoy en día, hay numerosos foros públicos para expresar opiniones y sentimientos, y gran parte de los comentarios son duros y críticos, y a menudo injustos.
¿Cómo nos liberamos de juzgar a los demás o de encontrarles fallas? ¿Y por qué querríamos hacerlo? Cristo Jesús, el Mostrador del camino para todos nosotros, nos dice por qué en su Sermón del Monte: “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados” (Lucas 6:37).
Hay muchos incentivos para renunciar a juzgar, tanto a nosotros mismos como a los demás. No obstante, puede parecer difícil, especialmente cuando se siente justificado, no caer en esa actitud crítica y condenadora, y a veces incluso llegar al extremo de “cancelar” a alguien (la versión moderna de rechazar) si dice o hace algo con lo que no estamos de acuerdo o nos parece ofensivo.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!