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Original Web

Curación en un viaje al exterior

Del número de abril de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 28 de junio de 2021 como original para la Web.


Como estudiante universitaria, a principios de la década de 1960, tuve la oportunidad de hacer una gira por Europa Occidental y la Unión Soviética. Durante nuestra segunda semana en Rusia, me enfermé de una diarrea grave. 

Durante varios días no pude retener la comida. Me sentía sola y asustada, y no había manera de llamar por teléfono a un practicista de la Ciencia Cristiana o a mi madre. Me preocupaba que, si el guía turístico se daba cuenta de que estaba enferma, ¡podía insistir en que me internaran en un hospital ruso!

Había estado orando por mí misma, pero no había habido ninguna mejoría. En la tercera noche, decidí no cenar y quedarme en mi habitación y orar. Me sentía demasiado débil como para leer, ¡pero ciertamente podía orar! Le pregunté a Dios qué necesitaba sanar.

En aquel entonces, la Guerra Fría estaba en todo su apogeo, y mientras oraba, me di cuenta de que la atmósfera mental de la depresión, así como el tema de la dominación del gobierno y la falta de libertad, me habían estado agobiando. Armada de esta percepción, comprendí que necesitaba revertir esas creencias negativas del mundo que había estado considerando detenidamente. Como me resultaba difícil leer, recurrí a los himnos del Himnario de la Ciencia Cristiana que tanto amaba y sabía de memoria.

La cuarta estrofa del poema “Satisfecho”, de Mary Baker Eddy (al que se le puso música en el Himnario), me vino al pensamiento: 

Del fiero mal la esclavitud 
rompe el Amor; 
la Ciencia es fuerza, Vida es luz, 
y es Todo Dios.
(Himno N° 160)

Esta fue mi respuesta. Vi que el Amor divino me estaba sacando de las falsas impresiones materiales. No importaba dónde estuviera, mi pensamiento podía ser libre y no tener temor debido al conocimiento de que Dios, el bien, es Todo. 

Entonces oré y consideré qué cualidades espirituales de Dios, cuando se aceptan y expresan, destruirían los pensamientos temerosos y negativos que no tienen lugar en la Mente divina única. Recordé la cualidad de la alegría. Me pregunté cuál era el himno más alegre en el que pudiera pensar. Un himno de Pascua, el Nº 413, me vino inmediatamente al pensamiento. ¡Y ahora pude cantarlo! Comienza así:

Hoy cantemos a la Pascua; 
su alegría eterna es. 
Nueva fe el Amor nos trajo, 
pues la piedra removió.

La última estrofa termina diciendo: 

Liberados de temores 
honraremos al Señor; 
será Pascua cada día 
al tener Su bendición.
(Frances Thompson Hill, Himnario de la Ciencia Cristiana, trad. © CSBD)

Este himno me recordó la definición de resurrección en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, que incluye la “espiritualización del pensamiento” (pág. 593). Con enorme gratitud supe que había experimentado esto.

Me quedé dormida, dormí toda la noche y desayuné abundantemente a la mañana siguiente. Estaba completamente sana y continué disfrutando el resto del viaje.

Estoy muy agradecida por esta experiencia notable, y poar las numerosas curaciones en la Ciencia Cristiana que mi familia y yo hemos tenido a lo largo de los años desde entonces.

Diane Tokheim
Palo Alto, California, EE.UU.

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