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Original Web

PARA JÓVENES

Cuando Dios me habló

Del número de mayo de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 7 de marzo de 2022 como original para la Web.


Un fin de semana, salí a escalar rocas con un club al que asistía con regularidad. Escalaríamos o caminaríamos por el norte de Gales, en el Distrito de los Lagos y el Distrito de los Picos en Inglaterra. Nunca me perdía un fin de semana.

Me detuve a descansar, tomando sol en una cornisa a medio camino de un acantilado, mientras otros continuaban subiendo por encima de mí. Mientras yacía allí disfrutando del calor, estas palabras me vinieron al pensamiento: “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra” (Salmos 91:11, 12). Reconocí que era un pasaje de la Biblia y de inmediato me sentí protegida y cuidada.

El siguiente pensamiento que me vino fue doblar las piernas y subir las rodillas hasta la barbilla. Medio segundo después, alguien del club que estaba subiendo por encima de mí desplazó una gran roca, la cual se vino abajo, rebotando en la cornisa donde habían estado mis piernas, continuando por el acantilado y aterrizando tan fuerte que abrió un agujero en una mochila abandonada que yacía en el fondo.

Puede parecer sorprendente, pero en lugar de sentirme conmocionada o asustada, me sentí tranquila y amada. Reconocí que la idea de subir mis rodillas hasta mi barbilla había sido un “mensaje angelical” de Dios.

Había sido criada como Científica Cristiana y me había encantado el tiempo que pasé como estudiante en la Escuela Dominical, donde aprendí que los ángeles son “pensamientos de Dios que pasan al hombre”, como explica Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras (pág. 581).

Con todos los pensamientos que nos llegan a diario, ¿cómo sabemos que estamos escuchando uno de estos mensajes angelicales? Una amiga Científica Cristiana me dijo una vez que puedes discernir cuando un pensamiento es de Dios preguntándote: “¿Contiene este pensamiento a Dios (el Amor, la Verdad, el bien)?”. Ella dijo que, si la respuesta era afirmativa, entonces era de Dios. Si no era así, entonces no valía la pena escucharlo.

La dramática experiencia de protección en la cornisa rocosa como resultado de ese claro mensaje de Dios fue una de las más impresionantes que he tenido. Estoy agradecida de decir que, desde entonces, he escuchado a Dios hablar muchas veces, y he aprendido esta importante lección: Eres más capaz de escuchar la voz de Dios cuando buscas humildemente guía y estás dispuesto a ser obediente al mensaje.

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