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Original Web

Se cumple su deseo de ser madre

Del número de mayo de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 3 de mayo de 2021 como original para la Web.


Al ver a las familias que se iban a su casa después de la iglesia, expresé un anhelo largamente abrigado: “Lamento no haber tenido un hijo”. 

Mi amigo respondió: “No se te puede negar tu maternidad”. 

Acepté su respuesta como una verdad absoluta. Había aprendido en mi estudio de la Ciencia Cristiana que, por ser la imagen y semejanza de mi Padre-Madre Dios, poseía no solo todas Sus cualidades maternas, sino también las oportunidades para ‘ser fructífera y multiplicarlas’ en mi experiencia (véase Génesis 1:26, 28).

Las Escrituras comparten relatos de mujeres como Ana y Elisabeth, que tuvieron hijos después de orar a Dios. Como era soltera, sentí que el parto no era una opción, y tampoco quería adoptar. Pero seguramente, Dios cumpliría ese deseo maternal que tenía en lo profundo de mi corazón. Recordé esta promesa en el libro de Isaías: Yo que hago que se abra la matriz, ¿no haré nacer? —dice el Señor” (66:9, LBLA). 

Sentí que era importante cultivar mis cualidades maternas y encontré particularmente útil esta frase en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “Lo que más necesitamos es la oración del deseo ferviente de crecer en gracia, expresada en paciencia, mansedumbre, amor y buenas obras” (pág. 4). Enseñar en la Escuela Dominical de mi iglesia parecía una buena manera de poner en práctica esa declaración. Así que me ofrecí y me asignaron una clase de niños dulces y dinámicos que amé desde el principio. Me regocijé: “¡Esto es lo que estaba buscando!” y le di gracias a Dios por cumplir Su promesa.

Bendita sea la Madre Amor por fomentar una dulce relación entre Matt y yo.

Pero Ella no había terminado. Me reencontré con un hombre que había conocido muchos años antes en la clase Primaria (un curso intensivo de dos semanas sobre la Ciencia Cristiana). Jim era ahora padre soltero de tres hijos, el más joven de los cuales, Matt, de 12 años, vivía en casa. El romance con Jim floreció, y en poco tiempo, visité a su familia, donde me sentí aceptada. Meses más tarde, Jim y yo nos casamos, y poco después de la luna de miel, estaba cortando un pastel en la fiesta de cumpleaños de Matt.  

Ser madrastra trae sus desafíos, y tenía mucho que aprender. Pero bendita sea la Madre Amor por fomentar una dulce relación entre Matt y yo. Tiempo después, nuestro vínculo se fortaleció cuando Jim de repente falleció. Matt continuó viviendo conmigo durante el bachillerato y la universidad, y ahora está felizmente casado y tiene su propia familia. Actualmente vivimos a muchos kilómetros de distancia, pero Matt, sus hermanos y sus hijos están siempre en mi corazón.

Dios todavía me impulsa a ‘ser fructífera y multiplicar’ mis afectos maternos y me brinda infinitas oportunidades, incluso ayudar a aquellos que necesitan sanar. ¡Ella es una Madre tan buena!

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