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Original Web

Correr a distancia libre de dolor

Del número de septiembre de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 12 de mayo de 2025 como original para la Web.


La curación llega en los momentos en que más la necesitamos. Nunca estamos separados de Dios, del Amor divino, y este pensamiento de la presencia de Dios se me hizo claro una noche. 

Soy una ávida corredora y lo he sido durante unos tres años. Disfruto del desafío, la libertad y la alegría que me brinda correr. Cuando empecé, traté de no ceder a la creencia común de que a medida que corres más, sientes más dolor e incomodidad. Sin embargo, en un momento dado, comencé a lidiar con el dolor en las rodillas. 

Había comenzado a entrenar no solo para una, sino para dos carreras de ultramaratón. (Un ultramaratón suele ser una carrera que va más allá de los 42 kilómetros de un maratón.) También planeé correr un maratón estándar entre los dos ultramaratones, que estaban a dos meses de distancia. Las pistas eran a una altura muy alta, y sabía que serían unos meses difíciles de entrenamiento en preparación. 

Sin embargo, una de mis citas favoritas de la Biblia es: “Los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán” (Isaías 40:31 LBLA). Me he sentido reconfortada por las ideas de esta cita muchas veces cuando me he sentido fatigada en una carrera. Podemos ser renovados continuamente por la fortaleza de Dios. 

Me aferré a este pensamiento cuando comenzó mi entrenamiento. Cuando comencé a sentir mucho dolor en las rodillas, traté de abordar el problema metafísicamente a través de la oración. El dolor ocurría no solo durante las carreras, sino en momentos aleatorios a lo largo del día, y a veces parecía insoportable. Quería en verdad sumergirme profundamente en la oración, en lugar de tan solo orar hasta que el dolor se desvaneciera. Quería escuchar una inspiración de Dios que cambiara mi forma de pensar a un nivel fundamental. 

Un día, el dolor hizo que tuviera que dejar de correr por completo. Me volví a Dios y declaré con firmeza: “¡No!”. Sabía que mi ser es verdaderamente espiritual, lo que significaba que no podía ser perjudicada por las limitaciones materiales; la materia no es parte de la creación espiritual de Dios. Dios es Amor y ama a Sus hijos, incluyéndonos a ti y a mí, por lo que nunca podría causarnos dolor.

Comencé a recitar “la declaración científica del ser”, que se encuentra en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por Mary Baker Eddy, en la página 468. Comienza: “No hay vida, verdad, inteligencia, ni sustancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, pues Dios es Todo-en-todo”. También oré con el Padre Nuestro. Me aferraba a la idea de que el hombre jamás está separado del amor infinito y perfecto de Dios. 

Inmediatamente, sentí alivio. Y al cabo de unos instantes el dolor se disipó. Pude seguir con mi entrenamiento ilesa. 

No me di cuenta hasta unas semanas después, al hablar con un amigo, de que este dolor recurrente en las rodillas había desaparecido por completo. Completé el maratón y dos ultramaratones: una carrera de 50K (31.1 millas) y otra carrera de 60K (37.3 millas). Y nunca más he vuelto a sentir dolor en mis carreras. 

Estoy agradecida por la inmediatez de esta curación y por la libertad que la Ciencia Cristiana trae a nuestras vidas todos los días. 

Katie Penfield
Boston, Massachusetts, EE.UU.

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