Tengo varios burros, y recientemente observé algo en uno de ellos que me ilustró un punto importante en la Ciencia Cristiana.
Habíamos vertido un nuevo piso de concreto en el granero, y después de que se endureció, este burro entró para explorar los nuevos alojamientos. Pero cuando se dio la vuelta para salir, la luz del sol que se reflejaba en el nuevo hormigón hizo que pareciera que el suelo era agua en lugar de tierra firme. No le gusta nada cruzar el agua, así que se apretó contra la parte trasera del granero y no se movió.
Le pedí que saliera, pero no lo hizo. Le ofrecí golosinas para atraerlo, pero no se lo creyó. Traté de sacarlo con un cabestro, pero aun así: “No puedo hacerlo”. No iba a ninguna parte si eso significaba cruzar esa agua, o más exactamente, lo que creía que era agua.
Finalmente, caminé de un lado a otro sobre el concreto, una y otra vez, hasta que en un instante la ilusión se rompió. Con eso, el burro me siguió y obtuvo su golosina y su libertad. En realidad, nada había cambiado, pero él había despertado de la creencia de que enfrentaba un obstáculo y estaba atrapado. En un momento, vio a través de la apariencia falsa y comprendió lo que había sido cierto todo el tiempo.
Al reflexionar sobre lo que experimentó el burro y cómo se produce la curación espiritual, me di cuenta de que la curación espiritual siempre se trata de progresar en nuestra comprensión de lo que es espiritualmente real y percibir más claramente que todo mal no es más que una ilusión que se hace pasar por realidad. Cuando comprendemos la verdad de Dios y del hombre como Su semejanza y vemos más allá de la discordancia —la cual jamás proviene de Dios, el bien— la salud y la armonía son el resultado natural.
Cuando Cristo Jesús sanaba a las personas, a menudo les hablaba de su totalidad. Él les impartió el ministerio partiendo del hecho de saber que él y todos nosotros somos en verdad uno con el Espíritu, Dios. Ser inseparables del Espíritu, como expresión del Espíritu, significa que somos inherentemente espirituales y completos, y tenemos una profunda integridad que se extiende más allá de las circunstancias discordantes y las situaciones difíciles. Basándose en eso, Jesús pudo decir con confianza a quienes sanó que habían sido “sanados” (Juan 5:14). No les dijo que tal vez podrían ser sanados o que podrían serlo en el futuro, sino que eran sanados. Comprendió que era su realidad aquí y ahora, y las personas fueron sanadas.
La Ciencia Cristiana explica que la práctica de curación de Jesús fue una consecuencia de esta comprensión de que la vida es 100 por ciento espiritual, inseparable de su fuente, el Espíritu, y por lo tanto está gobernada por las leyes del Espíritu y nada más. Nuestra integridad basada en este hecho es la verdad de la que Jesús estaba hablando cuando dijo: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).
En metafísica, una forma de conceptualizar la materia es verla como la creencia de que hay una sustancia separada de Dios. Esta es una visión convencional de la vida como esencialmente material con un componente espiritual. Sin embargo, algo que es completo no es dos cosas, sino sólo una. Justo al comienzo de la Biblia, el primer capítulo del Génesis expone el hecho de que el hombre, la verdadera identidad de cada uno de nosotros, es creado a imagen y semejanza de Dios. El Evangelio de Juan nos dice que Dios es Espíritu (véase 4:24). Por lo tanto, somos creados a semejanza del Espíritu, completamente espirituales, y simplemente no podemos estar en dos estados de existencia al mismo tiempo.
Mary Baker Eddy, la Fundadora de la Ciencia Cristiana, comprendió que Dios, el Espíritu, es Todo, por lo tanto ninguna sustancia verdadera está separada de Dios, y que esta es una ley espiritual fundamental. Ella escribe en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, “... todo es Espíritu y espiritual” (pág. 331), es decir, espiritual significa enteramente conectado con, o uno con, el Espíritu, como expresión del Espíritu. De esto se deduce que cualquier cosa que no sea del Espíritu, Dios, se puede entender como una ilusión. También escribe: “... las cadenas de la capacidad finita del hombre las forja la ilusión de que él vive en el cuerpo, no en el Alma, en la materia, no en el Espíritu” (Ciencia y Salud, pág. 223).
Entonces, si somos realmente espirituales y completos, ¿de dónde viene la ilusión de ser otra cosa que eso? Es una sugestión maligna que podemos estar separados de Dios y, por lo tanto, ser vulnerables a ser atropellados por todas las discordias y desafíos de la vida humana e incapaces de hacer algo al respecto. Cuando creemos que estamos separados de Dios y, por lo tanto, nos sentimos separados de las respuestas que estamos buscando, realmente podemos sentirnos como si estuviéramos atrapados en una situación, tal como mi burro parecía sentirse atrapado en la parte trasera del establo. Pero la sugestión del mal de que estamos separados del Espíritu nunca tiene el poder de hacer real una ilusión.
El apóstol Pablo exploró esta pregunta, preguntándose, en esencia, qué puede separarnos del amor de Dios y de Su Cristo. Y luego dio una respuesta completa, que se puede resumir como: “¡Nada!” (véase Romanos 8:35, 38, 39). Nada en absoluto puede separarnos del amor de Dios o robarnos nuestra integridad. ¿Por qué? Porque el creador y la creación, la fuente y la expresión, el Amor y la amada descendencia, están inseparablemente unidos.
Jesús dijo que el mal era un mentiroso, aquello que nos engañaría y nos haría creer que estamos separados de Dios. En su ministerio de curación, Jesús demostró que cualquier sugestión de que estamos separados de Dios es una mentira y que la sustancia y la vida jamás están separadas de la armonía del Espíritu, Dios. Nunca estamos realmente atrapados en una condición de vulnerabilidad llamada materia. La oración en la Ciencia Cristiana —la cual se basa en la ley espiritual— revela que podemos despertar de esa mentira, de ese sueño, de esa ilusión, y conocernos a nosotros mismos como espirituales, completos y armoniosos. Somos inseparables de Dios, incluso cuando hay una evidencia física o mental que dice lo contrario.
No obstante, ten en cuenta que la curación espiritual no se trata de que el Espíritu arregle la materia a través de la oración. La curación espiritual consiste en derivar del Espíritu los pensamientos sobre nuestra verdadera identidad espiritual, y esto hace que los síntomas discordantes se disuelvan en lo que Ciencia y Salud llama su “nada original” (pág. 365). La curación se trata de que se revele y se sienta la armonía ya intacta del Espíritu, la experiencia “de ser sanado”.
Esta declaración de Ciencia y Salud es muy instructiva en este sentido: “Las relaciones de Dios y el hombre, el Principio divino e idea divina, son indestructibles en la Ciencia; y la Ciencia no conoce ninguna interrupción de la armonía ni retorno a ella, sino que mantiene que el orden divino o ley espiritual, en el cual Dios y todo lo que Él crea son perfectos y eternos, ha permanecido inalterado en su historia eterna” (págs. 470-471).
Cuando caminaba de un lado a otro de ese concreto, le mostré a ese dulce burro lo que era real todo el tiempo. Y cuando luchamos con algo difícil, la oración lo hace por nosotros. La oración revela nuestra integridad espiritual innata e incorruptible. La oración rompe la creencia hipnótica, así como se rompió la ilusión para el burro ese día. A través de la claridad inspirada en la oración, las ilusiones simplemente se rompen, y la salud y la armonía son el resultado natural.