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Cuando recibió el diagnóstico de mal de parkinson, este autor oró reconociendo que Dios es bueno y Él hizo al hombre perfecto. No aceptó esta enfermedad como la verdad acerca de sí mismo y fue sanado.
Publicado originalmente en la edición de Junio de 1917 de The Christian Science Journal.
Todo en este mundo pertenece a Dios y, por reflejo, le pertenece también al hombre, quien es la imagen y semejanza de Dios.
Cuando una conversación sobre política se convierte en un debate, ¿cómo puedes responder de una manera que realmente ayude? Este escritor recibió una respuesta sorprendente cuando se hizo esa pregunta en medio de una acalorada discusión sobre política con un amigo.
Se ha omitido el nombre de la autora para respetar la privacidad de las personas que se mencionan en este relato.
Con el anhelo de ayudar a su hijo a relacionarse mejor con los demás y salir adelante en la escuela, nuestra colaboradora recurrió de todo corazón a Dios. La idea de que Dios es el divino Progenitor amoroso de cada uno de nosotros marcó toda la diferencia.
Cuando se encontró con un muchacho guapo lejos de su casa, esta autora vio que las cosas estaban moviéndose rápido, y ella lo aceptaba. Pero justo en el momento en que estaban por dormir juntos, ocurrió algo mucho mejor; algo que ha continuado ayudándola y bendiciéndola años después.
Así como el cuerpo humano mejora cuando el Principio divino gobierna la consciencia humana individual, por inducción científica tenemos que aceptar que la influencia benéfica de este Principio en el individuo y en la consciencia humana colectiva, se manifiesta en mejoras en el ambiente de la tierra.
La resurrección de Jesús de los muertos fue la prueba final de todo lo que él había enseñado respecto al poder y el amor viviente de Dios.
Mientras una tormenta invernal rugía afuera, esta estudiante universitaria batallaba con su propia tormenta de sentirse indigna, no amada y enferma. No obstante, una sola llamada a una practicista de la Ciencia Cristiana detuvo la tormenta interna y permitió que la luz de la curación se abriera paso.
El autor de este testimonio encontró la cura para un problema de migrañas cuando reconoció el infinito amor de Dios por él.
Cuando se transformó en el blanco de matones en su equipo de natación, este alumno del bachillerato inicialmente pensó en dejar el deporte y evitar totalmente el problema. Entonces se dio cuenta de que podía orar.