El verano pasado, mis tres hijos adultos llegaron a casa e insistieron en que fuera a la sala de emergencias del hospital. Había estado experimentando problemas urinarios, insomnio y pérdida de peso, y estaba impaciente, infeliz y malhumorado.
Pasé tres noches en el hospital y los médicos me informaron que mis riñones no estaban funcionando bien. Me sentía incapaz de orar como enseña la Ciencia Cristiana, y parecía no poder concentrarme lo suficiente como para leer ni siquiera un párrafo del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy. Afortunadamente, podía escuchar a cualquier hora del día o de la noche las lecciones bíblicas semanales del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana (en christianscience.com/es) y los artículos de las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana (en JSH-Online.com). Todas las noches escuchaba las maravillosas verdades en estas lecciones y artículos, y luego luchaba con las sugestiones opuestas de que estaba indefenso, débil y separado de Dios y de mi verdadera identidad espiritual. Afirmaba que, por el contrario, yo era el hijo de Dios, creado a Su imagen y semejanza; espiritual, no material.
Durante un período de cinco meses, pedí ayuda mediante la oración a varios practicistas de la Ciencia Cristiana. Ante la insistencia de mis hijos, también acepté que me hicieran una serie de exámenes médicos y chequeos, pero no tomé medicamentos y enfrenté mediante el tratamiento de la Ciencia Cristiana cada problema que las pruebas planteaban. Cada practicista con quien trabajé me proporcionó una valiosa inspiración espiritual.
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