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Original Web

Para jóvenes

Mis familiares vieron que estaba sana

Del número de octubre de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 11 de julio de 2022 como original para la Web.


Me quedé con mi tía mientras mis padres estaban fuera por trabajo. Era la primera vez que permanecía fuera de casa por mucho tiempo sin mi mamá y mi papá. 

Un día empecé a toser mucho. Durante unos días lo ignoré, pero luego los síntomas se volvieron tan intensos y dolorosos que no podía dormir por la noche. Puesto que he asistido a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana desde pequeña, mi primer pensamiento fue orar sobre esto. Así que llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana de mi ciudad, en Chandigarh, para que orara conmigo. Ella me recordó “la declaración científica del ser” en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy (pág. 468), y me animó a leerla y comprenderla mejor, lo que traté de hacer.

Mi tía estaba preocupada por mí, y como no es Científica Cristiana, quería que tomara medicamentos. Pero le dije que deseaba confiar en Dios para sanar. Como ella ya se había enterado de las curaciones que mi familia había tenido a través de la oración, me apoyó y no me volvió a pedir que tomara medicamentos. 

Durante este tiempo, también visité la casa de otro pariente. Tenía miedo de que mis familiares allí también me pidieran que tomara medicamentos, así que les dije que estaba recibiendo ayuda de una practicista de la Ciencia Cristiana. Ellos también me apoyaron. Aunque mis padres no estaban conmigo, no estaba preocupada y seguí orando. 

Un día, la practicista me recordó que Dios, por ser bueno, no creó nada aparte del bien. Entonces, si Dios sólo conoce el bien, ¿cómo podía yo, como Su reflejo, conocer algo excepto lo bueno? Comprendí que Dios y Su reflejo es la única realidad y que no hay ningún elemento llamado enfermedad. Me sentí algo mejor y pude disfrutar los paseos con mis familiares. 

Sin embargo, como la tos continuaba, me comuniqué nuevamente con la practicista y ella sugirió que orara con otro pasaje de Ciencia y Salud. La sección que más me conmovió fue: “La salud no es una condición de la materia, sino de la Mente; ni pueden los sentidos materiales dar testimonio confiable sobre el tema de la salud”. Y concluye, “... así, la Ciencia niega toda enfermedad, sana a los enfermos, derroca la falsa evidencia y refuta la lógica materialista” (pág. 120). Fue muy poderoso darse cuenta de que la salud no va y viene, sino que proviene de Dios; por lo tanto, es permanente.

Tan pronto como comprendí la verdad de esta declaración, me di cuenta de que estaba completamente libre de todos los síntomas. Mis familiares se regocijaron conmigo cuando me vieron sana. Me sentí muy agradecida por la Ciencia Cristiana y por el hecho de que mis familiares me hubieran apoyado y podido ver que la oración es eficaz.

Doy gracias a Dios por esta curación.

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