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El hecho es que no hay nada que arreglar en la creación de Dios; solo hay Verdad, toda la Verdad, y nada más que la Verdad. No importa cuán oscuras parezcan ser las cosas, nada puede poner fin a la Verdad.
La curación se produce cuando nos damos cuenta de que nuestra identidad nunca puede ser cambiada en algo que no es. No hay ningún poder aparte de Dios, el Amor, así que no hay poder que pueda cambiarnos de lo que Dios ha hecho.
Al principio pensé que, si oraba lo suficiente, nuestro vuelo ya no sería cancelado. Luego me pregunté si así es cómo funciona la oración realmente.
Afirmaba que yo era una idea espiritual de la Mente divina, Dios, y que era pura y perfecta, y cuanto más no solo creía, sino que también comprendía esto, más sólida y tranquila me sentía.
Original en español
Esta experiencia me hace pensar en estas palabras: “Cuando despertemos a la verdad del ser, toda enfermedad, dolor, debilidad, cansancio, pesar, pecado, muerte serán desconocidos y el sueño mortal cesará para siempre” (Ciencia y Salud, págs. 218-219).
Así como la luz del amanecer finalmente llena el cielo, Dios ilumina nuestras vidas, trayendo libertad y curación de maneras gloriosas.
La bondad de Dios continúa sin pausa. Y eso no es porque hayamos hecho algo para llegar a ser dignos de ello, sino porque siempre somos dignos de las bendiciones de Dios. ¡Nuestra existencia misma como hijos de Dios es totalmente para la gloria de Dios!
La verdad de nuestro ser como creación de Dios es que siempre tenemos todo lo que necesitamos en cualquier momento.
Una clase de la Escuela Dominical me inspiró a poner el Padre Nuestro en mis propias palabras, lo que me ayudó a entender cómo se aplica a mí.
Siento una mayor compasión por aquellos que han pasado, o están pasando, por tiempos difíciles. Tengo una mayor disposición para amar a los demás durante esos momentos, asegurándoles que el Amor los sostendrá y los apoyará.