2019
El autor de este testimonio encontró la cura para un problema de migrañas cuando reconoció el infinito amor de Dios por él.
Mientras una tormenta invernal rugía afuera, esta estudiante universitaria batallaba con su propia tormenta de sentirse indigna, no amada y enferma. No obstante, una sola llamada a una practicista de la Ciencia Cristiana detuvo la tormenta interna y permitió que la luz de la curación se abriera paso.
La paz se halla en la consciencia de la totalidad del bien. Es esencialmente espiritual y mental, y el hombre y el universo la poseen eternamente.
Cuando se transformó en el blanco de matones en su equipo de natación, este alumno del bachillerato inicialmente pensó en dejar el deporte y evitar totalmente el problema. Entonces se dio cuenta de que podía orar.
Cuando se trataba de logros en el campo de juego o en las conquistas sexuales, este autor simplemente no estaba a la altura de las circunstancias; y esto hizo que dudara de sí mismo como persona y como hombre. El momento crucial se produjo cuando comenzó a reevaluar su definición de lo que significa ser un hombre y eligió de modelo un nuevo sentido espiritual de masculinidad.
Por más complicado que parezca ser un dilema moral, si estamos dispuestos a aceptar una solución con humildad y honestidad, siempre podemos confiar en que el Cristo interpretará y traducirá la norma divina de una forma que sea precisamente pertinente al problema.
Sola en una calle oscura, esta joven parecía ser el objetivo perfecto para un asalto. Pero justo en el momento en que parecía más vulnerable, un claro mensaje de Dios superó su temor y la ayudó a encontrar seguridad.
Desde que estuvo en segundo grado, la autora fue acosada por tener muchas pecas, y ella sentía que la única respuesta era cambiar su apariencia. Pero cuando ocultar sus pecas no funcionó, ella aprendió que podía encontrar una autoestima más perdurable al comprender la belleza y la identidad de una forma completamente diferente, es decir, espiritualmente.
La Ciencia Cristiana ha venido hoy, como lo hizo Jesús en el pasado, para capacitar a la humanidad a contemplar una tierra nueva, la que es revelada en el primer capítulo del Génesis.
Esta autora estaba indecisa entre dos universidades y angustiada porque no sabía cuál escoger, entonces se dio cuenta de que podía orar al respecto. Seguir la dirección de Dios le trajo paz y una respuesta que fue sorprendente pero satisfactoria.