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Moralidad sin conflicto

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 7 de marzo de 2019


Las personas que tienen códigos estrictos de comportamiento moral no pueden aceptar el concepto de que una situación, por compleja que sea, pueda determinar totalmente una norma moral. No obstante, aquellos que cuestionan la necesidad de tener normas inalterables, lo hacen con frecuencia por la razón más compasiva: el deseo de amar en lugar de condenar a la gente (incluso a ellos mismos) que parece no estar a la altura de las circunstancias.

¿Podemos quizá amar a nuestros semejantes y mantener una norma constante al mismo tiempo? ¿Podemos acaso amarnos a nosotros mismos legítimamente —servir a nuestros mejores intereses— sin quebrantar las normas?

A fin de contestar estas preguntas, deberíamos comenzar por encontrar la norma absoluta de la existencia (como uno buscaría una norma en música o en matemáticas), y luego comprender su aplicación en la vida. Dios perfecto y hombre perfecto: esta es la norma espiritual inalterable. El hombre —cada uno de nosotros en su ser espiritual verdadero— es una expresión del Dios perfecto y nunca puede declinar de esta perfección. Nuestra Guía, la Sra. Eddy escribe: "El estándar de la perfección fue originalmente Dios y el hombre. ¿Ha rebajado Dios Su propio estándar, y ha caído el hombre?” (Ciencia y Salud, pág. 470).

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