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La paz

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 2 de abril de 2019


La paz se halla en la consciencia de la totalidad del bien. Es esencialmente espiritual y mental, y el hombre y el universo la poseen eternamente. No depende de condiciones o circunstancias materiales. La paz es simplemente algo entre Dios y el hombre; la consecuencia de la coexistencia y correlación del hombre con Dios. Es una cualidad de la existencia que permea toda sustancia, Vida y Mente, acompaña todo desenvolvimiento de la existencia y permanece por toda la eternidad.

La paz no puede ser perturbada o destruida por la creencia mortal catastrófica o trivial. No se encuentra a merced de todo viento pasajero. La paz no es un estado estático de inconsciencia, una cualidad de la muerte ni una condición de la materia. La paz no puede ser agitada, invadida o eliminada. Es tan inamovible como Dios. Es una cualidad esencial de Su ser. La paz es natural, inevitable, en toda la creación, ya que el universo de Dios es Su idea compuesta, la cual no incluye ni discordia ni error. La paz es una cualidad de la Vida universal, y es una evidencia de la incontestable soberanía, la inalterable perfección, la eterna omnipotencia y presencia de la Vida.

 La guerra no puede limitar la paz. El Amor divino con infinita misericordia la ha hecho una característica eterna de la Vida para que el hombre la refleje eternamente. La paz es una realidad imperecedera, no algo definido en un trozo de papel. Es algo vivido, no algo elaborado. No puede ser definida por los hombres, sino que fue proclamada por el Príncipe de la Paz. En el nacimiento de Jesús los pastores escucharon su anuncio, y este mensaje continúa siendo audible para los corazones humildes. El soldado ha escuchado su eco en la canción de una alondra entre las explosiones del cañón. Ha visto su promesa en la flor fragante que levanta su cabeza en un campo sembrado de minas. El marino ha sentido su presencia donde las estrellas iluminaban el camino del convoy. La madre vigilante y a la espera del regreso de un ser querido, ha sentido su abrazo tierno. El cansado ejecutivo de una nación la ha hallado más cerca que la abrumadora responsabilidad.

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