Una mañana durante el verano me empezó a doler el oído. Se lo conté a mis padres, y me dijeron que podíamos llamar a una practicista de la Ciencia Cristiana para que nos ayudara con la curación. Un practicista es alguien que, si no te sientes bien, ora por ti y te recuerda que Dios siempre está contigo.
La practicista me recordó que nunca podemos estar separados de Dios. Me contó que un pastor siempre está cuidando de cada oveja de su rebaño. Y si una oveja se separa del rebaño, el pastor va a buscarla, la pone sobre sus hombros y la lleva de regreso a salvo con las demás. La practicista dijo que podemos pensar en esto como la forma en que Dios nos hace volver a Su amor. Dios nos dice que somos amados y que nunca podemos separarnos de Su amor y cuidado.
Pensé durante mucho tiempo en lo que dijo la practicista. Y eso me ayudó.
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