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Original Web

La oración lleva a un trabajo satisfactorio

Del número de mayo de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 3 de enero de 2022 como original para la Web.


En un momento en que el mercado laboral era difícil, yo estaba desempleada y lo había estado durante algún tiempo. No solo me sentía desanimada, sino que también estaba celosa cada vez que escuchaba que alguien más había podido encontrar trabajo.

Un día, al volverme a Dios en oración, me vino al pensamiento la historia de Jacob. La Biblia nos dice que cuando Jacob estaba solo y preocupado, luchó con un ángel y se negó a dejarlo ir hasta que lo bendijo (véase Génesis 32:24-30).

Me di cuenta de que tenía que tomar una decisión: ¿Iba a dejar que una perspectiva limitada y material de la situación laboral me abatiera con desaliento, celos y autocompasión, o iba a adoptar una perspectiva espiritual y confiar en que Dios satisface abundantemente todas las necesidades? Decidí ponerme del lado de Dios y no soltar Sus mensajes angelicales hasta que me sintiera segura de la presencia divina y el cuidado amoroso de Dios por mí.

Reflexioné sobre una declaración en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy: “En la relación científica entre Dios y el hombre, encontramos que todo lo que bendice a uno bendice a todos, como lo mostró Jesús con los panes y los peces, por ser el Espíritu, no la materia, la fuente de provisión” (pág. 206). Las palabras “todo lo que” en ese pasaje me llamaron la atención. Al orar para obtener una comprensión más completa de la infinita bondad de Dios, consideré la pregunta: ¿Qué es lo que realmente bendice? Vi que la respuesta era que Dios, el Espíritu divino, es la fuente de todo el bien.

Caí en la cuenta de que había aceptado la creencia sutil de que las oportunidades de empleo están limitadas por las circunstancias: a quién conoces, qué educación tienes o si estás en el lugar correcto en el momento adecuado. Pero el hecho espiritual es que el Principio del hombre, el Amor divino, es imparcial y universal. No depende de persona, lugar o cosas.

Mi pensamiento cambió. Cada vez que escuchaba que se le había presentado una oportunidad a otra persona, me apresuraba a reconocer a Dios como la verdadera fuente. Comparaba esta evidencia del bien con sentir la presencia del viento al ver el movimiento de los árboles. Me convencí más de la actividad constante de la bondad de Dios y supe que me bendice a mí también. La envidia y el desaliento desaparecieron. Me volví agradecida por todo lo bueno que estaba viendo, y expectante de que se manifestara en mi propia vida.

En muy poco tiempo encontré empleo de la manera más inusual, y resultó ser el trabajo de mis sueños. Estuve en ese puesto 12 años, y me brindó muchas oportunidades de que aumentaran mi confianza y seguridad en nuestro Principio divino, el Amor, que siempre nos bendice a todos.

Joan McCormick
Chico, California, EE.UU.

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