2023
Razoné que, si Dios es Amor, entonces yo, por ser reflejo del Amor, soy amorosa, amable, gentil, compasiva, misericordiosa, generosa y agradecida. Me di cuenta de que podía expresar estas cualidades espirituales respecto a mi hogar.
A menudo me detenía y me preguntaba acerca de toda esta belleza natural, cómo la Mente divina, Dios, cuidaba de todas las flores silvestres, y cómo todas las aves eran expresiones libres e individualmente perfectas de la Mente.
En nuestra vida diaria, en lugar de detenernos en otros tipos de “notas equivocadas”, es útil dirigir nuestro pensamiento hacia lo que es verdaderamente perfecto —el Principio divino fundamental— y mantener el pensamiento centrado en esa realidad, que es la verdad de nuestra existencia.
Necesitaba ver más claramente mi propia identidad como reflejo del Amor divino: mi legítima herencia como hijo perfecto de Dios.
Puesto que soy el reflejo perfecto de Dios, no puedo lastimarme, porque Dios no puede ser herido. Dios es Espíritu, y ¿cómo podría el Espíritu ser herido? Lo mismo ocurre conmigo, porque soy espiritual.
Una vez que comprendí esto, también vi que la verdadera oración acepta humildemente la paternidad y la maternidad de Dios, trayendo tranquilidad al corazón. Silencia los argumentos en contra del progreso y la curación, lo que resulta en la buena disposición para vivir las cualidades de Dios al albergarlas y expresarlas.
El Cristo nos impulsa a vivir desde el Amor y a hacer lo correcto, a pesar del temor a las consecuencias. Nos brinda la sincera convicción de que podemos seguir adelante.
Es sólo el Amor divino, vivido prácticamente en nuestra experiencia diaria, lo que permite que nuestros sistemas políticos pasen metafóricamente de la muerte a la vida, para ser renovados y fortalecidos.
Oré para ver que la enfermedad, y específicamente una pandemia, no tenía inteligencia. Jamás fue creada por Dios, por lo que no podía tener poder.
Cuando las cosas que hemos apreciado están inestables, cambian, son cuestionadas o debatidas, o incluso perdidas, encontramos que la misma Roca salvadora que encontró el salmista —el fundamento eterno y espiritual del Amor divino, Dios— todavía está presente.