Me gustaría compartir mi testimonio sobre cómo ingresé al mercado laboral.
Soy de São Paulo, Brasil, y hace tres años que estoy estudiando en una universidad en Canadá. Aquí, hacemos una pasantía durante nuestras vacaciones de verano, de mayo a agosto.
Como quería hacer una pasantía el año pasado, solicité muchos puestos con anticipación. Mi currículum era sólido y me estaba comunicando con todos mis contactos profesionales. Estaba haciendo todo lo que pensaba que podía, y lo hacía con mucha eficiencia.
Me llamaron para un montón de entrevistas y salieron bien. Algunas personas dijeron: “¡Bien hecho! Felicitaciones por tu desarrollo académico y profesional, estás al frente de la fila”. Un entrevistador incluso felicitó a mis padres, diciendo que me habían dado una muy buena educación y que había causado una buena impresión. En otras palabras, esperaba conseguir una pasantía.
Pero entonces llegaron marzo, abril, mayo... y había recibido en su mayoría cartas de rechazo. Me aceptaron para una pasantía, pero oré y sentí que no debía aceptarla.
Me desesperé un poco. Pero luego decidí adoptar una perspectiva más espiritual. Llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara más a través de la oración. Él me guio a orar con las ideas de este pasaje de Proverbios: “Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócele en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas” (3:5, 6, LBLA). Este mensaje fue muy importante para mí. Me ayudó a dejar de lado el sentido personal y a confiar solo en Dios.
Luego tuve la oportunidad de asistir a la Asamblea Anual en La Iglesia Madre a principios de junio pasado, y participar en las actividades para jóvenes que se llevaron a cabo justo antes. Aprendí mucho sobre escuchar a Dios y ser obediente a Él, reconociendo que Él cuidaba de mí. Sentí que esta línea de pensamiento estaba muy en consonancia con las ideas de esos versículos de la Biblia con los que había estado orando.
Después de la Asamblea Anual, regresé a Brasil para pasar mis vacaciones con mis padres, con una renovada confianza en Dios. Esa misma semana me ofrecieron un puesto para el que no me había presentado. Simplemente había enviado mi currículum a esta empresa un año y medio antes, y una reclutadora lo vio después de todo ese tiempo. Le gustó y se comunicó conmigo. Estaba seguro de que ser contratado para esta pasantía era el resultado de mi confianza inquebrantable en la bondad de Dios. Lo que viene de Dios es siempre armonioso.
Durante ese mismo tiempo, asistí a una reunión preparatoria en línea para una conferencia de la Ciencia Cristiana que auspiciaba la filial de la Iglesia de Cristo, Científico, a la que asisto en Canadá. Me gustó mucho una idea que compartió el conferenciante: que los ángeles no necesitan internet para circular; están en todas partes e incluso llegan a lugares donde no hay internet. En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy define a los ángeles como “Pensamientos de Dios que pasan al hombre; intuiciones espirituales, puras y perfectas; la inspiración de la bondad, la pureza y la inmortalidad, contrarrestando todo mal, toda sensualidad y mortalidad” (pág. 581).
En el contexto de mi propia experiencia, comprendí que los ángeles, o intuiciones espirituales, llegan continuamente a todos, en todas partes, tanto a los reclutadores como a los que buscan empleo. Esta experiencia fue, para mí, un recordatorio de las bendiciones que se manifiestan cuando confiamos en Dios por completo, al escucharlo y obedecerlo solo a Él.
