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Buenas Noticias

Los hijos de Dios viven en armonía

Del número de julio de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 31 de marzo de 2025 como original para la Web.

Original en español


Conocí la Ciencia Cristiana hace más de cincuenta años por medio de mi madre. Ella fue una de las primeras integrantes del grupo de la Ciencia Cristiana en Concepción, Chile. Fue por intermedio de ella, quien tuvo muchas bendiciones y curaciones en su vida, que presencié los beneficiosos efectos de la oración como enseña la Ciencia Cristiana. Entre ellos, hubo mayores niveles de estabilidad económica, y mejoría en la salud y las relaciones en la familia, lo cual hizo que me interesara en estudiar la Ciencia Cristiana. Como resultado, más tarde me hice miembro de La Primera Iglesia de Cristo, Científico.

He recibido tantas bendiciones que es difícil enumerarlas todas. Quiero compartir una experiencia que dejó una gran impresión en mí. Hubo un período en el que me sentí muy mal debido al comportamiento de uno de mis cuatro hijos. Un día, después de un desagradable intercambio de palabras con él, se fue enojado de mi casa con su esposa e hijos. Yo seguí analizando la situación y sintiéndome cada vez peor a medida que pasaban los días. Me embargaban pensamientos angustiosos que me hacían llorar.

Pasé mucho tiempo sintiendo que la relación no se podía sanar, hasta que logré conversar con una practicista de la Ciencia Cristiana. Ella  apoyó mis oraciones y me sugirió que leyera y estudiara Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras y otros escritos de Mary Baker Eddy. Este estudio me ayudó muchísimo y tuve demostraciones diarias de la presencia de Dios.

Al estudiar Ciencia y Salud, me concentré en la definición de niños en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, la cual comienza: “Los pensamientos y representantes espirituales de la Vida, la Verdad y el Amor” (pág. 582). Mi hijo ya no era un niño; sin embargo, esta definición me ayudó a verlo como el hijo individual de Dios, y esto fue muy liberador. Yo sabía que estaba gobernado por la Mente, Dios, y siempre sería guiado por Él.

También me ayudaron mucho los artículos de El Heraldo de la Ciencia Cristiana, acerca de no creer que el hombre pueda tener algún defecto, así como las ideas espirituales de otra literatura de la Ciencia Cristiana que me  llegó a las manos. Me inspiraron a orar con más eficacia y a pensar y hablar menos acerca de la situación con otros miembros de la familia; a dejar de analizarla al conversar con otros, y a vernos a mi hijo y a mí misma como hijos de Dios. Yo no era responsable de él, así como él no era responsable de mí. Ambos éramos expresiones espirituales individuales; Dios cuidaba de nosotros y nos había creado para vivir juntos en armonía y paz.

Un día, cuando yo estaba tranquila, liberada y enfocada en lo real y lo verdadero acerca de mí misma y mi hijo, mi nieto, que estaba de visita, me dijo que tenía un sueño que quería que se hiciera realidad: que su padre volviera a hablar conmigo. Le dije amablemente que necesitábamos orar sobre eso, y que Dios nos ayudaría.

Ese mismo día, su papá lo llamó para ver cómo estaba y hablaron de varias cosas. De pronto, mi nieto le dijo a su papá que todos nosotros lo amábamos, y que él quería que se reconciliara conmigo. Mi nieto me pasó el teléfono y mi hijo comenzó a hablar conmigo con gran alegría, como si nunca antes hubiéramos hablado, como si jamás hubiéramos tenido un problema. Poco después, mi hijo me invitó a su casa, y de ahí en adelante todo estuvo muy bien. Solo puedo decir que sentí que centrarme en la identidad espiritual de mi hijo y en la mía produjo un cambio en la situación.

Esta experiencia me ayudó a comprender que no debemos permitir que el pensamiento colectivo influya sobre nosotros. Más bien, debemos centrarnos en lo que es real y verdadero y reconocer la idea perfecta de Dios. Nuestros hijos no son nuestros, son los hijos de Dios, porque Dios es el Padre-Madre de todos.

Estoy muy agradecida por la Ciencia Cristiana y por el dedicado y paciente trabajo de los practicistas de la Ciencia Cristiana en todas partes. Estudiar esta Ciencia me ha ayudado a encontrar armoniosas soluciones en todos los aspectos de mi vida.

María Cristina Cifuentes Tapia
Talcahuano, Chile

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