
Editoriales
Mire a su alrededor. ¿Qué ve? ¿Mesas, sillas, paredes, una ventana? ¿Árboles, bancos en el parque, automóviles? Una inmensa variedad de objetos materiales, constantemente ante nuestra vista y aparentando ser reales, pueden hacernos creer que son totalmente verdaderos, parte de nuestro ambiente natural.
A veces necesitamos poner manos a la obra, en oración, y enfrentar una dificultad específica que hemos querido ignorar. Por otra parte, hay también situaciones en las que hemos comenzado el trabajo de curación, pero no lo hemos concluido.
El interés actual por el ocultismo y la considerable publicidad que ahora se está dando a los métodos que alegan capacitarlo a uno para influir a otros mediante un control mental, es una advertencia que no debe ignorarse. Estos métodos no son ni atractivos ni aterradores para quienes comprenden no sólo la Ciencia de la Mente divina sino también algo de las maquinaciones de la mente humana.
Durante varios años ha habido una activa deliberación sobre asuntos de crecimiento, incluyendo el crecimiento de población, el crecimiento industrial y el económico. Tales incertidumbres que encara la humanidad tienen que considerarse, finalmente, reconociendo que sólo tienen respuestas metafísicas.
Muchas personas atesoran máximas predilectas y breves que los inspiran en su diario vivir — lemas que transmiten mensajes que estas personas creen útiles para guiar su vida. En su Message to The Mother Church for 1902 (Mensaje a La Iglesia Madre para 1902) la Sra.
Dios lo incluye todo. El Principio divino único incluye todas las ideas y todas las actividades.
Esto es verdad. Dios hizo al hombre.
El cuerpo humano es capaz de lograr mucho más de lo que su dueño hubiera podido imaginarse antes de ponerlo a prueba. El desesperante “¡Yo no puedo hacerlo!” de un niño, se oye que constantemente cambia a un orgulloso “¡mírenme!” cuando por fin logra hacer a la perfección la mismísima proeza después de paciente práctica.
Es posible que ni usted ni yo comprendamos todos los intrincados factores que contribuyen a la inflación o las normas económicas que se emplean para combatirla. Lo que sí comprendemos es que, cuando vamos a la tienda, nuestro dólar o yen o peso no compra tanto como hace algunos años — o incluso unos meses antes.
“En el año de 1866 descubrí la Ciencia de Cristo o las leyes divinas de la Vida, la Verdad y el Amor, y le di a mi descubrimiento el nombre de ‘Christian Science’ ”, Ciencia y Salud, pág. 107; escribe Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras.