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Distingamos entre sustancia y forma en la actividad de iglesia

Del número de abril de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) es singular.

Su iglesia, su organización, es singular.

Su fundamento y propósitos son espiritualmente científicos, y son únicos.

Idealmente, los servicios, reuniones y otras actividades de la Ciencia Cristiana tienen tal fundamento espiritual que la Iglesia, la idea divina de Dios, se está manifestando cada vez más, o, para decirlo de otro modo, el telón del sentido material y personal se está retirando para dar paso a la luz natural y sanadora de la Verdad y el Amor. Los miembros de las Iglesias de Cristo, Científico, no se verán expuestos a desviarse si aceptan y comprenden este papel esencial de la Iglesia. Evitan el riesgo de que las formas institucionales los absorba de tal manera que sólo les permita percibir débilmente la auténtica sustancia de la Iglesia.

Mary Baker Eddy nos dio la Ciencia de la Verdad y el Amor. Nos dio la religión divinamente científica. Aunque usamos algunas formas religiosas tradicionales — himnos, edificios que con frecuencia se asemejan a las formas convencionales de las iglesias, etc.— la esencia de la Ciencia Cristiana y de la iglesia es inequívocamente única. Cristo Jesús dijo: “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Mateo 18:20;

Nuestra iglesia no es tanto una comunidad de feligreses con ideas humanamente semejantes sino más bien una comunidad de quienes están empeñados en aceptar la Mente de Cristo como la suya propia y en expresar esta Mente en sus vidas. Es una comunidad de personas que afirman la Iglesia, no una comunidad de personas que se limitan a asistir a la iglesia (y el uso de la mayúscula es significativo). Se trata de una familia compuesta de quienes reconocen que la Iglesia es, fundamentalmente, la expresión del Amor, la Verdad y la Vida divinos. El grado en que esto se reconoce determina la medida de sustancialidad de una iglesia filial. Y la sustancialidad espiritual de la iglesia está directamente vinculada con el grado de curación que la acompaña.

Bien podríamos preguntarnos: “¿Qué es en realidad la actividad de iglesia?” La Sra. Eddy, nuestra Guía, y Fundadora de la Iglesia de Cristo, Científico, distingue implícitamente entre la forma y la sustancia de lo que estamos haciendo cuando dice: “Nuestro Maestro no enseñó meras teorías, doctrinas o creencias. Fue el Principio divino de todo ser real lo que él enseñó y practicó. Su prueba del cristianismo no fue una forma o un sistema de religión y de adoración, sino la Ciencia Cristiana, demostrando con obras la armonía de la Vida y el Amor”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 26;

La organización es necesaria para la misión de la Ciencia Cristiana. La Sra. Eddy comprobó que esto era verdad en su época, y todavía lo es en la nuestra. Sin embargo, tal como nuestra Guía lo expresa con toda claridad, las meras formas externas de la religión o de la organización no constituyen el núcleo de nuestros objetivos y actividades como miembros de la iglesia. El núcleo de nuestros objetivos es la Ciencia Cristiana, la revelación y la ley del Amor y la Verdad. Este objetivo da vida y dinamismo a la institución. Tenemos iglesias de la Ciencia Cristiana porque el ser real fue percibido en esta época por la Sra. Eddy, quien lo puso al alcance universal de todos por conducto de sus escritos, incluyendo su Manual de La Iglesia Madre. No somos miembros de la iglesia sólo para participar religiosamente en actos humanos, comités y estructuras y métodos materiales. Somos miembros para estar espiritualmente activos con las verdades divinas y ser inspirados por ellas. Ésta es siempre nuestra primera y mayor prioridad. Cuando la adoptamos, da vigor espiritual a nuestras iglesias.

Las enseñanzas y las obras de Cristo Jesús dieron a la religión su gran ímpetu de espiritualidad y curación. Y la Sra. Eddy, al revelar la Ciencia del Cristo, dio Ciencia a la religión. En la actualidad, gracias a la vida y las enseñanzas de Cristo Jesús y a la obra de la Sra. Eddy, el concepto de religión ha llegado a su máxima plenitud. Cuando percibimos estos hechos y la singularidad que implican para nuestra iglesia, no corremos peligro de desviarnos del objetivo real de nuestra actividad de iglesia. La Sra. Eddy explica en la declaración siguiente la resistencia que podemos enfrentar (incluso en nuestro propio pensamiento) al llevar adelante el verdadero objetivo de la iglesia: “La razón humana y la religión no llegan sino lentamente al reconocimiento de las verdades espirituales, y por eso continúan acudiendo a la materia para que quite el error que sólo la mente humana ha creado”.ibid., pág. 173;

La razón humana, las apariencias humanas y los métodos humanos son un fundamento totalmente deficiente y frágil para dejar que la iglesia descanse sobre ellos. A medida que la noción de que nuestra iglesia filial puede ser meramente un grupo de personas que comparten humanamente los mismos conceptos se disipa y se reemplaza con la admisión de que la iglesia ha de ser una comunidad de personas cuyo pensamiento está orientado por la Ciencia, cesamos de acudir a la materia — de confiar en modalidades materiales — para hacer lo que tenemos que hacer en nuestras iglesias.

Junto a la nota marginal titulada “Misión de la Ciencia Cristiana”, nuestra Guía nos dice: “Por medio de la Ciencia Cristiana, la religión y la medicina son inspiradas con una naturaleza y esencia más divinas; nuevas alas son dadas a la fe y al entendimiento, y los pensamientos llegan a comprender a Dios inteligentemente”.ibid., pág. 107. Esto se puede considerar como una apropiada descripción del objeto de nuestras actividades de iglesia y de lo que de ellas debiera derivarse, o sea, que los pensamientos llegan a comprender a Dios inteligentemente. Es evidente que la misión de la Ciencia Cristiana y la misión de nuestra iglesia son inseparables.

¿Cuáles pueden ser las consecuencias prácticas de dar más importancia a la sustancia y menos a la forma en nuestras actividades de iglesia?

Los miembros de una iglesia pueden, por ejemplo, encarar con inteligencia la situación — que occure con frecuencia — de que están dedicando demasiado esfuerzo mental, tiempo y energía a mantener un edificio que es muy antiguo, muy grande y mal diseñado para sus necesidades contemporáneas y para las condiciones modernas. Al tener una percepción creciente del significado espiritual de su actividad de iglesia, pueden comprender que no han formado una membresía para ocuparse afanosamente de la preservación y el mantenimiento de un edificio, sino para glorificar a Dios vitalmente, para ser una transparencia de la realidad espiritual, un centro de genuina inspiración y curación y un punto de referencia para los buscadores contemporáneos de la Verdad.

Pueden comprender que las actividades de iglesia no debieran estar dominadas por inquietudes relativas a la organización humana y por la estructura que le da albergue, sino por el interés en la misión de la Ciencia Cristiana, interés en que la religión y la medicina sean “inspiradas con una naturaleza y esencia más divinas”. A base de esta percepción los miembros pueden ver la manera de conseguir un edificio más apropiado para sus actividades de iglesia.

Una mayor espiritualidad hará que la organización sea más una bendición y menos una carga. El problema no es jamás la organización por sí misma, sino que lo es la materialidad, el sentido personal, el sentido conservador mortal y el temor, todo lo cual con excesiva frecuencia agobia las funciones de la organización. En nuestro pensamiento acerca de la iglesia deben predominar los objetivos espirituales y la actividad espiritual. Al hacerlo, esta espiritualización naturalmente se traduce en relaciones institucionales apropiadas y en mejores medios para actuar.

El Científico Cristiano espiritualmente orientado — y no hay otro — mira hacia el futuro de nuestro movimiento y observa, pleno de confianza, su desarrollo en espiritualidad y curación, cómo se afianza su propósito, cómo ejemplifica cada vez mejor la visión de Mary Baker Eddy respecto al papel que le cabe en el mundo de La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, y sus filiales a través del mundo, mancomunadas entre sí por medio de La Iglesia Madre, y abarcando al mundo entero.

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