La curación por medio de la oración se manifiesta más rápidamente cuando nos disponemos a tomar decisiones firmes y positivas. Recurrir al tratamiento en la Ciencia Cristiana de manera esporádica y a medias, no es el camino por el cual se obtienen resultados rápidos y positivos.
La Sra. Eddy escribe: “El primer paso para la destrucción del error, — ya sea que éste se manifieste en forma de enfermedad, pecado o muerte,— es decidir pronto cuál será el tratamiento apropiado para su destrucción”.Ciencia y Salud, pág. 463; A veces, cuando enfrentamos algún problema, puede que recurramos a la oración en forma más bien rutinaria, como nuestro medio de encontrar una solución. Pero algo más se necesita: un propósito bien definido y firme. Una poderosa convicción, establecida ahora, puede traer genuino poder a nuestra meta de obtener una curación rápida y eficaz.
No importa cuánto hayamos tardado en expresar la fortaleza necesaria para permanecer firmes en una convicción determinada, aún puede ser demostrada rápidamente, es decir, esta fortaleza puede demostrarse ahora mismo con firme y definida convicción. Cuando tomamos tal decisión sincera — una decisión que proviene del corazón y que se desarrolla debido al amor que sentimos hacia Dios — podemos reconocer mejor la intuición de que habla Isaías: “Tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda”. Isa. 30:21;
El magnetismo animal, esa sutil atracción que arrastra hacia fuera del Espíritu, Dios, expondría sus varios argumentos sobre por qué no debiéramos decidir pronto y de todo corazón ahora mismo el recurrir total y completamente al Cristo, la Verdad, para la curación. A veces la excusa incluye el factor tiempo. “Realmente no tengo tiempo suficiente como para sentarme tranquilo a orar para mí mismo”. ¡Tenga cuidado con este argumento poco sutil! Puesto que el desafío está allí, pidiendo una solución, es imperativo que actuemos. Nuestro amor hacia Dios nos permite actuar afirmativamente y sin dilación. Siempre hay tiempo para hacer lo que amamos.
Otra forma en que la mente mortal trataría de interferir para que no nos apoyemos firme e inflexiblemente en la oración para sanar puede ser por medio de pequeñas distracciones que de continuo llaman nuestra atención, cuando en quietud tratamos de dirigir el pensamiento hacia Dios.
Otra táctica dilatoria del magnetismo animal sería la de hacer que otros decidan por nosotros. La presión de la comunidad, el consejo persuasivo de algún pariente, propaganda sobre alguna curación por medio de la medicina — todo ello puede tratar de decidir por nosotros, si es que estamos dispuestos a ceder a otros nuestro derecho a decidir. Los derechos que no se ejercen, a veces se pierden.
Aunque la razón para posponer una decisión firme y rápida parezca valedera, así y todo ella retrasa este primer paso tan importante. Y esto puede significar demora en la curación. Abrimos la puerta a una afluencia de percepción e inspiración espirituales cuando enfrentamos y dominamos las pretensiones específicas de la mente mortal que pretenderían obstruir o interferir con la resoluta decisión de permanecer firmes para obtener la curación espiritual.
Aunque pueda parecer que nuestra decisión es simplemente un firme propósito de valernos fiel y firmemente del método sanador enseñado y practicado por Cristo Jesús, nuestra decisión rápida y segura sobre el tratamiento apropiado tiene implicaciones más profundas. Lo que estamos en realidad decidiendo es si vamos a considerar a una mente material como causa o a la Mente divina y singular como la única causa. Si estamos considerando a Dios, la Mente, como causa, entonces estamos haciendo más que alejarnos de los sistemas materiales de curación. Estamos comprometiéndonos a la tarea de obtener una percepción más profunda de lo que la Mente, la única causa, ha establecido como nuestra verdadera identidad espiritual.
La Sra. Eddy escribe: “El punto que cada cual tiene que decidir es, si es la mente mortal o la Mente inmortal la que tiene poder causativo. Deberíamos repudiar la base de la materia por la Ciencia metafísica y su Principio divino”.Ciencia y Salud, pág. 195. ¿Quién puede estar en mejores condiciones para tomar esta decisión que la misma persona que ha empezado a discernir algo de la naturaleza de la Mente divina, Dios, y de la naturaleza insustancial de la mente mortal errónea?
Las decisiones hay que tomarlas. Hay que decidir cuál será el método correcto de tratamiento y determinar cuál es la causa básica y verdadera. Si resistimos o postergamos el tomar decisiones firmes y bien definidas sobre estos importantes puntos, o si dejamos que otros que no han alcanzado una firme convicción espiritual decidan por nosotros, entonces estamos permitiendo una interferencia que puede impedir u obstruir la curación. Tal interferencia tendrá que eliminarse finalmente y esto ocurrirá cuando volvamos a reconocer sin vacilación que cada individuo posee una capacidad completa y que nunca disminuye, mantenida por Dios, para decidir sobre los puntos que necesiten ser decididos a fin de que la curación se manifieste rápida y fácilmente.
No sólo ahora, sino en todo momento, podemos reconocer con prontitud y convicción, que las leyes de Dios son la única fuente de la verdadera curación, porque son las únicas leyes verdaderas. Podemos tomar nuestra decisión libres de la más mínima interferencia. Podemos liberarnos de la tentación de pensar que la materia provee una base para la curación, y podemos volvernos con una convicción total a la eterna verdad de que únicamente Dios es el poder causativo. Cuando hacemos estas vitales decisiones con profundidad, determinación e inspiración, hemos pavimentado el camino para la curación.
