Las resoluciones de Año Nuevo, si las hacemos sabiamente y las cumplimos de todo corazón, pueden tener un efecto notable en nuestra salud física, como también en nuestro bienestar mental y moral. Los aspectos mentales, morales y físicos de la identidad de la humanidad están indisolublemente relacionados. Los tres tienen que mejorarse antes de que el estado normal de la perfección espiritual del hombre pueda demostrarse.
La mayoría de las resoluciones que la gente hace al comienzo de un nuevo año, podría decirse que tienen como encabezamiento la cultura moral: ser más honrados, más afectuosos, puntuales, confiables, pacientes, sobrios, ordenados y así por el estilo. Específicamente, nuestra lista de buenas intenciones podría incluir tales cosas como: pagar nuestras deudas con prontitud, no criticar jamás a otros destructivamente, confiar más radicalmente en Dios.
Es obvio que estos objetivos sean humanamente loables. Si se cumplen fielmente no sólo mejoramos y somos personas más morales, sino que preparamos el camino para tener mejor salud nosotros mismos y fortalecemos nuestra habilidad para ayudar a los demás.
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