Editoriales
¡Cuán grande es la bondad de Dios! Él es el Amor divino, y con ilimitada generosidad vuelca dones espirituales sobre todos Sus hijos en abundancia inimaginable. Aun cuando esto pueda parecer quimérico a los millones de seres que padecen hambre en el mundo, ésta es la realidad.
La pena capital es sólo la cúspide de un iceberg. Es sólo parte de un tema más amplio que podríamos denominar la pena de muerte.
Existe un deseo generalizado de erradicar la enfermedad de la vida humana. En el campo médico grandes recursos humanos de tiempo, energía y dinero se han dedicado — y se están dedicando — para lograrlo.
Aquellos que recurren devota y sinceramente a las enseñanzas de la Ciencia Cristiana aprenden a sanar la enfermedad. Las verdades espirituales son medios poderosos de curación.
Siempre hay algo que podemos hacer para ayudar a otros en tiempos de tribulación. Esto es verdad aun en situaciones en que los observadores puedan creer que las condiciones son tales que no es posible ayudar, o que sería presuntuoso intervenir en los asuntos de otros.
El terror — ya sea como aparente causa o efecto — puede aminorarse. Puede ser controlado y eliminado pues el terror es simplemente tensión elaborada, magnificada y expandida por el pensamiento mortal.
Muchas personas dicen que el matrimonio es uno de los pasos más importantes que se da en la vida. Influye en tantos aspectos fundamentales de nuestra existencia que debiera tenerse de antemano el mayor cuidado posible para asegurar que en el futuro haya compatibilidad y armonía en el hogar.
Algunos de nosotros haremos nuestro huerto este año. Plantaremos unas pocas hileras de frijoles y arvejas.
El gran interés que hay por los acontecimientos futuros se debe a lo urgente y profundo de muchos de los problemas actuales de la humanidad. Nos preguntamos: ¿Cómo será el tiempo futuro? ¿Cómo vivirá la gente? ¿Qué puede hacerse para que en las décadas futuras la vida sea más satisfactoria de lo que es en la actualidad? ¿Cómo debiera vivir la gente? ¿A qué condiciones sociales y económicas debiéramos aspirar y proponernos a que se realicen? ¿Cómo puede dirigirse mejor la tecnología para el bien común? Podemos abandonar ese curso del tiempo que parece llevarnos, casi irremediablemente, hacia un futuro mezclado de bien y mal.
La base del amor que los Científicos Cristianos sienten hacia toda la humanidad es el reconocimiento de que Dios es el único Padre. Él es Padre-Madre para toda Su creación.