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Hace muchos años, cuando yo era muy joven, me impresionó grandemente...

Del número de octubre de 1948 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace muchos años, cuando yo era muy joven, me impresionó grandemente la protección contra la enfermedad y el pecado que ofrece la Christian Science. Recuerdo el siguiente ejemplo: Había guardado cama durante dos o tres días, cuando una amiga que era adepta de la Christian Science pasó por mi casa para convidarme a una pequeña función que se celebraba esa misma noche. Al decirle mi madre que yo no podría ir, esta amiga me empezó a hablar de mi verdadero ser y pronto me convenció que yo podía salir; así lo hice, y pasé unas horas muy agradables.

Este incidente me causó tanta impresión que expresé el deseo de ingresar en la escuela dominical de la Christian Science. Ya había asistido a otra escuela dominical y me había gustado, pero después de visitar la de la Christian Science perdí todo deseo de volver a la antigua. Al poco tiempo adquirí un ejemplar de Ciencia y Salud, por Mrs. Eddy, y me puse a leerlo en el colegio, entre horas. Al principio no comprendí mucho, pero de vez en cuando recibía alguna ayuda. Estaba convencido de que esta era la religión que quisiera seguir.

Poco tiempo después, estando de visita con unos amigos, al correr por el campo me caí en un viejo pozo hundido, hiriéndome muy mal en la palma de la mano izquierda. Me cubrí la mano e hice grandes esfuerzos por aferrarme a la verdad. Sin embargo, durante la noche me sangró tanto que a la mañana siguiente el amo de casa, al ver que las sábanas estaban todas manchadas, insistió en examinarme la mano. Al enseñársela, me desmayé. Como ella no conocía la Christian Science mandó buscar un médico. Pedí permiso para hablar por teléfono con mi maestro de la escuela dominical, pero él vivía a larga distancia y no lograron conseguir en seguida la comunicación.

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