En su "Sermón de Navidad", que aparece en Miscellaneous Writings (págs. 161—168), Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science, puntualiza la gran diferencia que existe entre la idea espiritual del hombre y el concepto corporal humano. Tomando para su tema: "El Salvador corpóreo y el incorpóreo", la autora explica paso a paso la demostración del Cristo, o Hijo de Dios, hecha por Jesús, contrastándola con su aparecimiento en forma humana. El sermón se basa sobre el texto bíblico siguiente (Isa., 9:6): "Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos es dado: y el dominio estará sobre su hombro; y se le darán por nombres suyos: Maravilloso, Consejero, Poderoso Dios, Padre del siglo eterno, Príncipe de Paz."
Después de analizar el significado de la vida y las obras del Maestro, Mrs. Eddy repite una parte del texto bíblico referido y formula la siguiente pregunta: "¿Y qué de este niño?" Contestándose ella misma, en seguida añade: "Este niño, esta idea espiritual, nos ha preparado para oír mejor el canto de los ángeles y recibir la comprensión científica de la Verdad y el Amor."
Más adelante Mrs. Eddy pregunta: "¿Quiénes son sus padres, sus hermanos y hermanas?" Y otra vez responde: "Su Padre y su Madre son la Vida, la Verdad y el Amor divinos; y aquellos que hacen la voluntad de su Padre son sus hermanos." Los conceptos aquí expresados por nuestra Guía resultan provechosos para aquellas personas que, por ser padres de familia, puede que estén manteniéndose a sí mismos, como también reteniendo a sus seres queridos, en la esclavitud, tan abrumadora y restrictiva, del sentido personal y de la creencia de posesión paternal.
Aunque a veces parezca difícil cambiar el falso concepto de parentesco humano por la verdadera comprensión de Dios como Padre-Madre, aquellos que logran hacerlo se van deshaciendo cada vez más de un falso sentido de responsabilidad. Los hijos de tales padres manifiestan, a su vez, un mejor concepto de salud, dominio y libertad, y una mayor espontaneidad de pensamiento y acción.
A veces un niño demora en sanar a causa de algún temor oculto abrigado por sus padres. En cierta ocasión los padres de una hermosa niña sentían un temor desmedido por el bienestar de su hijita, que padecía de sarampión y una afección muy grave de los oídos. La practicista de la Christian Science a quien acudieron, puso énfasis en su tratamiento mental sobre la siguiente porción del ya citado texto bíblico: "El dominio estará sobre su hombro." La comprensión de que Dios es Padre y Madre del hombre y su único Médico, disipó por completo el sentido de responsabilidad humana. Los pensamientos de los padres se iluminaron y la niña se puso en condiciones de "oír el canto de los ángeles." Esta experiencia comprobó la eficacia de la cirugia mental y lo práctico de la declaración bíblica siguiente (Hebr., 4:12): "Porque la palabra de Dios es viva, y eficaz, y más aguda que toda espada de dos filos." El oído descargó y la niña no tardó en reponerse.
Cuando la practicista les dijo a las autoridades de la escuela a que asistía la niña que ésta había recibido tratamiento en la Christian Science, aceptaron su palabra, permitiendo que la pequeña volviera a las clases sin exigirle un certificado médico. En el libro de texto de la Christian Science, "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras" (pág. 332), nuestra Guía, Mrs. Eddy, dice: "Padre-Madre es el nombre de la Deidad, que indica Su relación íntima con Su creación espiritual." Esta fué una prueba de que la comprensión de Dios, el Amor divino, había cuidado de la niña mucho mejor que lo que hubieran podido hacer sus padres humanos.
Cuando se comprende el carácter universal de la paternidad y maternidad de Dios, y la resultante fraternidad de los hombres, el pensamiento se eleva por encima del sentido limitado del parentesco humano. Así vemos que es privilegio de cada uno compartir más generosamente con sus semejantes el amor que le ha sido conferido por Dios. A medida que percibimos la universalidad del Amor, bendecimos a todos aquellos que anhelan sentir su sagrada influencia.
Como idea de Dios, el hombre incluye toda idea correcta. El reconocimiento de parte de los padres, del carácter propio y permanente de toda conciencia individual, ayuda a sus hijos a expresar en toda su belleza el bien que siempre se está desarrollando. Eternamente seguro bajo las alas protectoras de la omnipresencia divina, el hijo de Dios no se puede desviar, extraviar ni alejar del modelo y plan divinos. Nuestro Padre-Madre Dios protege, sostiene y guía a cada uno de Sus hijos. Los hijos de Dios obedecen en todo momento la ley de la Mente y siempre se gobiernan por esta ley. Además, están establecidos en la Mente, y la tal llamada voluntad humana no puede forzarles ni desalojarles de su lugar legítimo, asignado por Dios. Todo hijo de Dios tiene la capacidad, sabiduría e inteligencia para seguir adelante en obediencia al mandato del Padre celestial.
Bueno sería entonces, que todo padre se abstuviera de favorecer las marchas forzadas u otros medios arbitrarios, personalmente concebidos, para el adelanto de sus hijos. El inmiscuirse en todos los asuntos de los niños, vigilando demasiado de cerca los detalles, las proezas y todos los pasos más elementales de su progreso y desarrollo, propende a producir en ellos las inhibiciones, el retraimiento y la represión, y no la vitalidad, fortaleza y energía espiritual que son el derecho natural de toda idea de Dios, la Mente divina.
En el reino armonioso de la Mente, Dios está satisfecho con Su creación. De ahí que a medida que los padres comprendan esta creación perfecta, ya no tratarán de esforzar a sus hijos a alcanzar algún modelo de excelencia humana. Adoptando la premisa de Dios perfecto y hombre perfecto, los padres observarán que sus hijos van expresando cada vez más aquellas cualidades espirituales que ponen de manifiesto el carácter del Cristo. Como lo expresa un bien conocido himno de la Christian Science:
Tal como el espejo nos demuestra
un reflejo claro y reluciente,
así Dios ve a Su hijo para siempre
en luz radiante revelado.