El tratamiento en la Christian Science es la oración. El practicista de la Christian Science es devoto, tanto en su vida como en su profesión. Emprende la obra sanadora a través de la oración espontánea. Se le puede asemejar a uno que contempla un maravilloso amanecer—que espera, como quien dice, un hermoso e inevitable acontecimiento. Escudriña el horizonte desde la atalaya de la observación espiritual y está atento al aparecimiento del Cristo, la Verdad. Mary Baker Eddy escribe (Christian Science versus Pantheism, pág. 1): "La noche está muy avanzada, el día no distante en el horizonte de la Verdad, aun ese día en el cual toda la gente reconocerá a un solo Dios y una sola cristiandad." De esta manera él ve el amanecer del "Sol de justicia, trayendo salud eterna en sus alas" (Mal., 4:2).
Cuando contemplamos la salida del sol, lo que primero notamos es un resplendor casi imperceptible al este del cielo. Esto puede compararse al primer destello de comprensión espiritual apareciendo al pensamiento ensombrecido y lleno de temor, del paciente que clama ayuda de la Christian Science. Un rayo de brillante y plateada luz se desprende y penetra las nubes. Un dorado resplendor se esparce por sobre la escena y el amanecer ha comenzado. La luz baña y acaricia las montañas y las lomas, momentos antes invisibles, y ahora toda la belleza del paisaje se desvela. De igual manera el practicista de la Christian Science contempla con júbilo el desenvolvimiento de las ideas espirituales en la conciencia de su paciente. La luz del Espíritu se aclara. Rodea todo el horizonte, expandiéndose hasta circundarlo con los matices de un arco iris de divinidad. El amanecer de la Christian Science en el pensamiento del paciente es inevitable. Las negras nubes que cubrían el horizonte cuando el practicista subió a la torre de la observación espiritual han desaparecido. En el lugar en que los problemas yacían apilados en obscura y caótica confusión, vemos el resplendor del Amor divino, donde el hombre mora protegido.
En el amanecer del Espíritu, la Deidad está presente en todos sus aspectos, para bendecir y curar. La Vida se refleja en vitalidad espiritual; la Verdad en la consecuencia y la integridad; el Espíritu en deseos y aspiraciones espirituales; el Alma en serenidad y profundidad; el Amor en júbilo, inspiración, compasión, bondad y fortaleza. Contemplamos la transformación de la obscuridad en el amanecer. Se produce delante de nuestros ojos; lo vemos con nuestra comprensión espiritual. El Maestro dijo: "Velad y orad." Sin duda alguna nos encarecía guardarnos del pecado, pero ¿no habrá querido decirnos también que estuviéramos atentos al advenimiento de la Verdad y el Amor, convirtiéndonos así en espectadores de un inevitable acontecimiento espiritual?
El advenimiento de la Christian Science en la conciencia del paciente se caracteriza por el orden y la ley; no la ley restrictiva, sino la ley del Amor divino. En cada etapa de la experiencia espiritual hay variedad, nuevos intereses, paz y poder. Nada ocurre fuera de orden. Todo es regulado, facultado y protegido por la Verdad, la Vida y el Amor divinos. El orden de la revelación, como el orden del Génesis, no se puede invertir. En el amanecer del día, la obscuridad no resurge intempestivamente cuando el sol ya se ha levantado en el horizonte. El sol no puede cambiar repentinamente su curso y desaparecer de la faz de la tierra. "¡Absurdo!" exclamarías. Pero cuando se trata de la expectativa del amanecer de la curación en Cristo, en la conciencia humana, ¿no nos olvidamos a veces de lo inevitable que es este acontecimiento? Podríamos creer que la curación puede ser invertida. Podríamos creer que las negras nubes del temor se pueden acumular nuevamente para obscurecer al Cristo, y todo esto porque quizás creamos que hemos hecho algo personalmente para apurar este acontecimiento. Recordemos las palabras del Maestro (Juan, 5:30): "De mí mismo no puedo hacer nada."
Inevitablemente, hoy el Espíritu está revelando a la conciencia de todo investigador de la verdad, la luz sanadora del Cristo, el amanecer de la Christian Science. Vigilando desde la torre de la observación espiritual, nos sentimos elevados, renovados y rejuvenecidos. Contemplando el glorioso aparecimiento de la verdad en el pensamiento de nuestro prójimo, nos percatamos que también incluye nuestra propia elevación y purificación. Somos espectadores de un acontecimiento en la conciencia que es divino y para el cual no hay comienzo ni fin. Algo espiritual, totalmente bueno, sí, algo inevitable está aconteciendo.
Si te sintieres tentado a creer que la Christian Science es difícil de comprender, diríjete a tu torre de vigía y aguarda la simplicidad de su primer aparecimiento. Velad por el Cristo, la idea de la Verdad, y todo cuanto necesites percibir, el Cristo, la Verdad, te lo revelará. Aquellos que luchan y se afanan en el valle de la depresión, tienen que hallar el camino que les llevará a la cima de la montaña. Quizás al principio el camino sea empinado. Serpentea y hay muchas partes escabrosas que escalar. Pero el sendero está marcado por dos testigos que conocen el camino. En cada parada consultamos la Biblia y el libro de texto de la Christian Science, "Cienca y Salud con Clave de las Escrituras", de Mary Baker Eddy. Los inspirados autores de estos libros nos han marcado el camino. Desde la cima de la montaña el panorama es ilimitado, pero no necesitamos esperar a que el tiempo o la altitud nos rindan los primeros frutos de nuestra labor. Las primicias del Espíritu se recogen en el valle de la humildad. Aun en tierras desoladas una gran roca nos brindará su sombra y amparo durante nuestro viaje. Cuando escalamos la montaña del esfuerzo, otros se unen a nosotros; no estamos solos. En cada cruce del camino encontramos una señal que nos guía, una fuente de aguas cristalinas que aplacan al sediento. Nunca podemos volver hacia atrás cuando el amanecer de la Christian Science ha comenzado y cuando el practicista y el paciente ascienden juntos la atalaya y asisten, cual espectadores, al inevitable acontecimiento espiritual. Mrs. Eddy ha escrito (The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 254): "Estoy feliz al pensar que gozáis el amanecer de la Christian Science; debéis alcanzar su meridiano. Vigilad, orad, demostrad."