Allá por el año 1939 me hallaba sufriendo de toxemia, de inflamación a los riñones y de uremia. Como vivía sola y no tenía quien me cuidase me sometieron a atención médica. De acuerdo a los médicos mi condición era desesperada.
Un médico quería enviarme a un sanatorio, pero yo señalando el libro de texto de la Christian Science, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mrs. Eddy, dije: “Teniendo esto, no temo.” Llamaron a una afectuosa parienta mía que vivía en otra ciudad y ella me llevó a su casa. Al otro día me vino a visitar una practicista de la Christian Science. Comenzó a orar devotamente por mí, y al cabo de una semana pude levantarme.
No tomé medicinas ni me adherí a la dieta prescrita por los médicos. Algún tiempo después hablé con uno de ellos y a pesar de que le conté exactamente lo que había ocurrido, escépticamente me respondió: “Pues entonces ha tenido usted mucha suerte,” mas yo sabía que mi curación no había sido el resultado de suerte. Cuento ahora más de setenta años de edad y gozo de excelente salud.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!