Se ha dicho que la habilidad de pensar y razonar es lo que pone al ser humano por sobre la bestia. La capacidad de pensar incluye la de juzgar, la de hacer elección de aquello que aceptaremos como verdadero.
Cristo Jesús dijo (Juan 8:15, 16): “Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie: y aunque juzgue, mi juicio es verdadero; porque no estoy solo, sino yo y el Padre que me envió.” Así es como Jesús compara el razonamiento humano no esclarecido que juzga según el testimonio de los sentidos físicos, con la manera de pensar semejante al Cristo, que reconoce la unidad del hombre con el Padre como Su reflejo y distingue entre la verdad y el error sobre la base de esta unidad.
Nosotros también debemos reclamar nuestra habilidad de distinguir entre lo verdadero y lo falso. Hoy, más que nunca, es imperativo que hagamos uso de esta habilidad para no ser engañados por la ilusión de la limitación y la esclavitud y para ser merecedores de recibir la gran bendición de la libertad.
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