Cuando una afección a la cadera que experimentara por primera vez cuando joven volvió a presentarse, y comenzó a desarrollarse en una atrofia de la pierna, me torné sinceramente a la Ciencia Cristiana [Christian SciencePronunciado Crischan Sáiens.].
Una noche después de cenar, mi familia decidió que era necesario que yo consultara a un médico o a un practicista de la Ciencia Cristiana, pues no debía permitir que la condición fuera de mal en peor.
Había estado asistiendo a una iglesia de la Ciencia durante muchos años, pero no me había hecho miembro de ella. No obstante, decidí ponerme firme y dejar mi problema en las manos de Dios. Esto fue hecho aunque con cierto recelo dado que la condición parecía ser tan real. Visité a varios practicistas beneficiándome algo de lo que cada uno de ellos me dijo. Sin embargo, seguía fumando y bebiendo, habiendo hecho ambas cosas durante más de treinta años. Estaba tratando de apoyarme tanto en la materia como en el Espíritu. Además esperaba una curación instantánea tal como la que experimentara el hombre cojo que fue sanado por Pedro y Juan. La Biblia nos dice (Hechos 3:7): “Y al instante fueron robustecidos sus pies y tobillos.”
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