Ya estemos familiarizados o no con la Biblia, muchas son las preguntas que naturalmente surgen acerca de este libro. Aunque la hayamos leído detenidamente, su significado total a menudo está lejos de ser claro. ¿ Por qué ha inspirado la veneración de millares de personas en todos los rincones de la tierra? ¿ Por qué razón este libro cuyos capítulos separados fueron compilados en Palestina hace casi dos mil años, ha sido traducido más que cualquier otro en la historia de la humanidad?
Los sesenta y seis libros cortos de que consta han sido divididos en dos grandes grupos generalmente conocidos bajo el nombre de Testamentos, el Antiguo y el Nuevo. Dado que el nombre Testamento también puede significar Convenio, indica con ello que Dios hizo un contrato o convenio con los hombres a fin de que si ellos seguían Su ley y Sus enseñanzas rectas, lograrían el éxito, la salud, la libertad y el gozo, tal como lo anhelan todos los hombres; mas si no lo cumplían entonces sufrirían las consecuencias.
Puede decirse que todos los pasajes del Antiguo Testamento fueron originalmente escritos en el idioma asiático, el hebreo, en tanto que el Nuevo Testamento apareció en griego, que a pesar de ser una lengua europea era entendida casi universalmente y se hablaba en la región del Mediterráneo en el primer siglo de la era cristiana, época en que aparecieron primeramente los libros del Nuevo Testamento. De manera que la Biblia es un libro tanto oriental como occidental, y éste es un hecho que ayuda a explicar el interés mundial que inspira.
Contiene un gran tema, un pensamiento que une y relaciona todos los libros. La llave para la comprensión básica de esta gran obra, bien puede hallarse en el primer versículo que encierra esta frase tan significativa: “En el principio creó Dios” (Génesis 1). De modo que la Biblia comienza con Dios, luego lo describe como el creador, el que guía, redime y como el Principio fundamental del universo.
Las personas que piensan profundamente, cualquiera que fuere su raza, nacionalidad o credo, están buscando un poder más elevado y más noble que el propio, que posee diversos nombres pero que usualmente se le describe como Dios. Esta es entonces, la razón primordial que explica la extensa y continua atracción que ejerce la Biblia: se debe esencialmente a que es un libro que trata acerca de Dios, el creador afectuoso de todas las cosas, y en especial del hombre, de quien a menudo se habla como Su hijo. Además leemos que: “Creó Dios al hombre a su imagen, a la imagen de Dios le creó” (Génesis 1:27).
Empero, al igual que en nuestra propia experiencia, los hijos a veces se alejan o desdeñan el afectuoso cuidado de un padre devoto, así el Antiguo Testamento en especial, relata no sólo la reverencia y obediencia de muchos de los hijos de Dios sino también la desobediencia de otros. Señala el progreso y la recompensa que experimentan aquellos que persistentemente tratan de seguir las leyes de Dios, y al mismo tiempo indica las dificultades y fracasos que enfrentan aquellos que se rehusan hacerlo.
En el Nuevo Testamento se ha hecho énfasis especial sobre Cristo Jesús, a quien se muestra como el Hijo de Dios y Su representante, en un sentido profundamente espiritual y sin igual, no obstante como “el Hijo del hombre” (Marcos 2: 10) él se hallaba tan íntimamente ligado con las necesidades y los problemas de los hombres, que pudo presentar y explicarles a su Padre divino, Dios. Mediante su comprensión tanto de Dios como del hombre, Jesús pudo vencer el pecado, la enfermedad, la muerte y otros problemas humanos que hacían su aparición entre aquellos que le rodeaban, e insistía que por medio de una creciente comprensión de sus enseñanzas respecto a la naturaleza y el poder de Dios, sus seguidores podrían lograr la comprensión de la salvación, la libertad y la curación tanto para sí mismos como para los demás. Les aseguró que esta promesa seguiría siendo eficaz aun cuando él ya no estuviera en persona con ellos.
Cuando entrare la sabiduría en tu corazón, y la ciencia fuere grata a tu alma; la discreción vigilará sobre ti, y la inteligencia te guardará. — Proverbios 2:10, 11.
    