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El concepto del bien destruye el mal

Del número de abril de 1964 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Jesus no empleaba la seudo fuerza llamada el mal para combatir el mal; por el contrario él empleaba el poder del bien, lo cual finalmente probó su entera supremacía en un grado que no había sido ejemplificado previamente en la escena humana. La presión que él tuvo que soportar estaba por encima de todo lo que los sentidos humanos habían tenido que tolerar hasta entonces. No obstante, mediante el concepto que él poseía de la eterna presencia de Dios, el bien, Jesús probó que las energías del bien eran suficientes para hacer frente a sus necesidades hasta el instante de su ascensión.

La Ciencia Cristiana [Christian SciencePronunciado Crischan Sáiens.] que fue revelada y fundada por Mary Baker Eddy revela el concepto verdadero del bien. Nos enseña que el bien no es meramente un consuelo o una confianza que se aprovecha de las reacciones de las emociones humanas. El bien es Dios, y el bien caracteriza las funciones de la ley divina. Contemplado de esta manera, el bien se torna en una fuerza potente en nuestra vida que revela una faceta singular de la verdad del ser. La ley del bien que opera en la destrucción del mal, extrae al ser de la oscilación problemática y lo coloca donde efectivamente ha estado siempre, es decir, enteramente aparte de la influencia maligna, completa y suficiente para hacer frente a cualquier demanda que se le haga.

La humanidad ha estado ocupada durante siglos tratando de hallar un medio por el cual destruir el mal. Existe un medio, y el estudiante de la Ciencia Cristiana [Christian Science] tiene la oportunidad de descubrirlo mediante la aplicación sincera y persistente de la Ciencia del Cristo. Mrs. Eddy lo descubrió hace casi un siglo y lo proclamó así en el libro de texto “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras”: “El mal es destruído por el concepto del bien” (pág. 311). Este concepto verdadero del bien destruye el mal sobre la base de la totalidad de Dios, pero no lo destruye reconociendo el mal y trabándose en combate con éste como si fuera un enemigo verdadero.

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