En la Ciencia Cristiana aprendemos que Dios es el Principio divino del ser y que este Principio es eterno, “el mismo ayer, y hoy, y para siempre jamás” (Hebreos 13:8). La Biblia nos dice en el primer capítulo del Génesis que el hombre fue creado a la imagen y semejanza de Dios, de manera que de esto se deduce que el hombre debe de expresar un ser eterno. Es necesario, sin embargo, distinguir entre el hombre creado a la semejanza de Dios, espiritual y perfecto, y el concepto falso del hombre como material y sujeto a condiciones materiales. La Ciencia Cristiana nos enseña cómo debemos hacer esta distinción.
Mrs. Eddy declara: “El hombre en la Ciencia no es ni joven ni viejo” (Ciencia y Salud, pág. 244). También leemos: “La Vida y sus facultades no se miden por calendarios. Lo perfecto y lo inmortal son la semejanza eterna de su Hacedor” (ibid., pág. 246).
Por medio de una comprensión correcta de Dios y del hombre, las limitaciones que se asocian con las creencias en la edad pueden ser vencidas. Cuando reconocemos a Dios como el Principio divino del ser y al hombre como Su imagen invariable, podemos destruir el temor a la edad o a la incapacidad. El hombre es una idea espiritual gobernada y controlada siempre por la Mente divina, y cuando comprendemos esto podemos demostrar armonía en cada detalle de nuestra vida.
Mrs. Eddy dice: “Si el cuerpo parece tener acción propia, es sólo porque la mente mortal es ignorante de sí misma, de sus propias acciones y sus resultados, — ignorante de que la causa predisponente, remota y provocante de todos los efectos malos es una ley de la llamada mente mortal, no de la materia”. Y luego agrega: “Tomad posesión del cuerpo, y regid sus sensaciones y funciones. Levantaos en la fuerza del Espíritu para resistir todo lo que sea desemejante al bien. Dios ha hecho al hombre capaz de esto, y nada puede invalidar la capacidad y el poder divinamente otorgados al hombre” (ibid., pág. 393).
La Ciencia Cristiana enseña que al combatir las creencias falsas respecto a la edad no estamos tratando con las condiciones físicas sino con las limitaciones que imponen los conceptos mentales erróneos sobre el cuerpo. Por medio del sentido espiritual adquirimos el verdadero entendimiento de Dios como Espíritu y del hombre como espiritual, no sujeto a las creencias de actividad retardada. A medida que el pensamiento se mantiene activo en esta verdad el cuerpo funciona armoniosamente. No pueden producirse trastornos físicos si nos damos cuenta de que toda acción es mental y que toda actividad mental correcta trae como resultado una existencia normal armoniosa.
Hábitos establecidos en la manera de pensar denotan falta de inspiración. Debemos comenzar por glorificar a Dios sabiendo que Él es el único poder, la única fuente de acción, la única Vida y que nosotros estamos incluidos en Su perfecto sistema de ideas divinas. El hombre creado a la semejanza de Dios siempre debe expresar activamente el desenvolvimiento perfecto de las ideas de la Mente.
En lugar de permanecer en un estado de apatía mental, lo que necesitamos hacer es estar diariamente más y más conscientes de nuestra unidad con la fuente de todas las ideas correctas, mantenernos activos mentalmente y progresar en la comprensión espiritual. Cristo Jesús siempre manifestó la espontaneidad y vitalidad del ser que no está sujeto a edad. Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
La curación en la Ciencia Cristiana no consiste meramente en librarse de las dolencias. Consiste en demostrar la totalidad de Dios y la consiguiente irrealidad de todas las creencias o condiciones materiales. Este proceso mental produce la manifestación de la salud y de la vitalidad. Una manera de expresar actividad en la Verdad es no sintiendo temor y estando dispuestos a asumir responsabilidades para promover el progreso de la Causa de la Ciencia Cristiana por medio de la participación en las actividades de la iglesia. No puede haber paralización del pensamiento, ni aquello de “demasiado pronto” ni de “demasiado tarde” en las actividades que se efectúan en la viña del Padre. Sólo existe el “ahora” para estar activos y progresar.
La Biblia nos dice: “Los que esperan a Jehová adquirirán nuevas fuerzas; se remontarán con alas, como águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no desfallecerán” (Isaías 40:31). Esta promesa muestra que a medida que esperamos a Jehová por medio de una manera de pensar y actuar correcta, las limitaciones materiales que se relacionan con las creencias en la edad se anulan y comenzamos a comprender y a demostrar la libertad del ser que no tiene edad.