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No le teman a ningún Goliat

[Para niños] [Original en alemán]

Del número de octubre de 1967 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A Dieter le gustaban mucho las historias bíblicas que su mamá le relataba o le leía a la hora de acostarse. A menudo, su mamá le contaba acerca de curaciones que se habían llevado a cabo por medio de la comprensión de la Ciencia Cristiana, o le leía algún artículo del Heraldo escrito especialmente para niños.

En una ocasión, la mamá de Dieter le leyó un artículo sobre un muchacho que sanó de un dolor muy fuerte al comprender que cada dolor es como un Goliat.

El artículo decía que en el relato bíblico describían al gigante Goliat como un ser muy temible que difundía terror por dondequiera que iba. En el ejército del rey Saúl nadie se atrevía a desafiarlo. Pero el joven David dijo: “No se desmaye el corazón de nadie a causa de él; tu siervo irá y peleará con aquel filisteo” (1 Samuel 17:32).

David había ya demostrado el amor y la protección de Dios al matar el oso y el león que perseguían a las ovejas que él cuidaba. Y estaba tan seguro de que Dios estaría con él nuevamente, que pudo matar a Goliat sólo con una honda y una piedra. Esto probó que Goliat no tenía poder alguno. Sólo hay un poder, o sea Dios.

Dieter había aprendido en la Ciencia Cristiana que como Dios es bueno y todo lo que Él crea es bueno, no hay espacio para el mal en Su creación, y el mal tiene que desaparecer cuando percibimos que Dios es omnipresente. Él ayuda a todos los que confían en Él.

El error puede que trate de atemorizarnos de diversas maneras. A David se le presentó en la forma de un gigante. A veces se presenta como una enfermedad, como la falta de bien, como malos pensamientos o como un fuerte dolor. Siempre sugiere que el hombre es material y que puede experimentar el mal y el bien al mismo tiempo. Muchos de estos pensamientos aparecían en el artículo y al final mencionaba la curación del niño.

Dieter expresó el deseo de escuchar una vez más la historia bíblica que relata el triunfo del valiente David sobre Goliat, y después de escucharla, meditó sobre la historia hasta que se quedó dormido.

Al día siguiente su mamá estaba ocupada horneando, preparando dulces para la Navidad. En el momento en que sacaba una asadera con galletitas del horno, Dieter entró corriendo a la cocina. En su esfuerzo por detenerse rápidamente se agarró de la asadera caliente. Su madre se sorprendió de que no gritara. Tampoco lloró, sino que salió corriendo muy apurado.

En seguida se acordó de la historia de David y Goliat y mientras corría hacia su habitación dio gracias a Dios en alta voz porque no tenía que temerle a este Goliat.

Al principio la mano le dolía mucho, pero no se la miró. La noche anterior había aprendido que aunque la materia se presente tan temible como el gigante Goliat, Dios nunca la ha creado ni tampoco ha creado nada que pueda sentir dolor. Dios crea al hombre, perfecto y espiritual, y el hombre sólo experimenta el bien. Dieter sabía que Jesús había demostrado esto por medio de sus curaciones. Se sintió tan feliz con el pensamiento de que Dios lo amaba y que siempre estaba con él que se olvidó de la mano.

Entonces recordó que su mamá estaba preparando golosinas para la Navidad. Regresó adonde ella estaba y le ayudó a decorar las galletitas, diciéndole alegremente: “¡Ya no me duele la mano! ¡Está sana! ¡Acabo de ganarle a Goliat!” En la mano no había indicio alguno de quemadura.

Su mamá se sintió muy feliz también. Luego le dijo que Dios lo había cuidado; y que él había escuchado el artículo del Heraldo en el momento preciso. También le dijo que Dios siempre nos envía pensamientos correctos en el momento necesario. Dieter decidió que siempre recordaría esto y que escucharía la voz de Dios.

Finalmente, su madre fue en busca de un libro titulado Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos). Le dijo que Mrs. Eddy además de escribir el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, también había escrito este libro, así como otras obras. Entonces abrió el libro y leyó: "Dios os da Sus ideas espirituales, y éstas, a su vez, os dan provisión diaria" (pág. 307).

Dieter comprendió lo que significaba esto ya que Dios le había dado los pensamientos o ideas que necesitaba. Ahora sabía que no tenía por qué tenerle miedo a ningún Goliat.

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