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[Original en alemán]

En la época en que era todavía...

Del número de octubre de 1967 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En la época en que era todavía un principiante en el estudio de la Ciencia Cristiana, tuve una experiencia que fue de gran valor para mí. Me encontraba padeciendo de una afección inflamatoria de la piel, de modo que me comuniqué con una practicista, quien empezó inmediatamente a darme tratamiento por medio de la oración. Una completa falta de temor fue mi única contribución a mi restablecimiento. Regresé a la escuela confiada en el resultado positivo del trabajo espiritual llevado a cabo por la practicista. A los pocos días me vi libre de la enfermedad.

Sin embargo, en vez de aprovechar esta oportunidad para seguir adelante en mi comprensión del hombre como la idea invariablemente sana y perfecta de Dios, di por terminada esta experiencia. Al cabo de dos años me vi obligada a progresar. Reaparecieron los mismos síntomas. Dado que reconocí mi error inmediatamente la situación no me extrañó para nada. Durante este intervalo había aprendido tanto acerca de la Ciencia Cristiana en la Escuela Dominical, que empecé de inmediato a trabajar vigorosamente para corregir la situación. Para mi fue de mucha ayuda lo que dice Mrs. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 287): “La Verdad no puede ser contaminada por el error”. Al poco tiempo sané completamente.

Por esto, así como también por otras curaciones de gripe y catarro, estoy profundamente agradecida. Por medio del estudio que junto con mi familia hago a diario de las Lecciones-Bíblicas, las cuales aparecen en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, y la espiritualización de pensamiento que lo acompaña, se ha disfrutado de más armonía y paz en mi hogar. También estoy muy agradecida porque en mis viajes he experimentado evidentes pruebas de dirección y protección. Me siento feliz ya que por medio de la Ciencia Cristiana estoy aprendiendo a apreciar todas las cosas según su verdadero valor. Con respecto a esto la instrucción recibida en la Escuela Dominical me ha sido de mucha ayuda. Digo al igual que Pablo (Efesios 1:3): “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el cual nos ha bendecido en Cristo con toda suerte de bendiciones espirituales, en las regiones celestiales”. Esta bendición nos ha sido revelada en la Ciencia Cristiana.

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