Por medio del descubrimiento de la Ciencia Cristiana Christian Science: Pronunciado Crischan Sáiens., Mary Baker Eddy ha revelado que la Mente es substancia y que la materia es sombra, es decir, un concepto equivocado de la substancia. En diversas épocas de la historia humana, los filósofos se han aproximado a esta realidad básica, pero ésta nunca había sido completamente documentada y científicamente explicada en términos prácticos, hasta el descubrimiento de esta Ciencia en 1866.
En su libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, Mrs. Eddy ha expuesto esta realidad básica en lo que ha denominado “la declaración científica del ser”, parte de la cual dice así (pág. 468): “Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo”. Dios, el Espíritu infinito, o Mente, es el creador del hombre y del universo. Esta creación es espiritual y perfecta, la obra de la inteligencia ilimitada y del Amor perfecto. Jesús comprendió tan cabalmente la naturaleza de Dios y del hombre creado a la imagen y semejanza de Dios, que pudo probar las leyes espirituales del ser y demostrar que la salud, la armonía y la santidad constituyen el estado natural del hombre como hijo de Dios. Su evidente dominio sobre la materia puso de manifiesto su comprensión del hecho de que la Mente, o inteligencia, es la verdadera substancia de la creación.
La realidad de que la Mente es substancia puede comprobarse, aun desde un punto de vista humano, en lo que se denomina universo material. Por ejemplo, cuando observamos la construcción de un rascacielos, de una casa, o la elaboración de algún producto, bien podríamos preguntarnos: “¿Cuál es la substancia de este proyecto? ¿Qué es lo que da forma y utilidad a un edificio? ¿Qué es lo que proporciona a una casa su comodidad, función y bienestar? ¿Qué es lo que hace marchar debidamente un automóvil?” La respuesta a todas estas preguntas es la misma, a saber: la inteligencia. Es la inteligencia reflejada lo que da forma, función, utilidad y durabilidad a cualquier producto. Sin la inteligencia, no tendríamos nada más que una masa informe de materia.
Debe entenderse que este análisis se refiere a la mente humana y al sentido humano de la inteligencia. Pero al mismo tiempo es un paso útil hacia la solución de todos nuestros problemas cuando percibimos la naturaleza mental de toda experiencia.
La materia de por sí no puede hacer nada. No posee ningún poder inherente o inteligencia. La substancia de cualquier experiencia o situación es el pensamiento que de ellas se tiene. Este pensamiento, o bien puede reflejar la fuente real y verdadera del ser, es decir, la Mente divina, o por el contrario reflejar un falso sentido de la mente, o sea la mente mortal o carnal, como se la denomina en la Biblia. El pecado, la enfermedad y la muerte son productos de esta mente mortal, y es esta mente falsa la que da forma, síntomas, duración y peligro a la enfermedad. De ahí que es esta mente falsa la que debe ser destruida a fin de eliminar la enfermedad y el sufrimiento.
Por ejemplo, de acuerdo con las teorías humanas de la fisiología se dice que la materia de la cual está compuesto el cuerpo humano está constantemente renovándose y que una renovación total se produce cada pocos meses. De manera que bien podríamos formular estas preguntas: “¿Qué es lo que hace que una enfermedad continúe después de aquel punto de renovación? ¿Cuál es la causa de que una enfermedad sea crónica?” Es un estado falso del pensamiento, es el temor, la convicción o cuadro mental de la enfermedad lo que hace que la enfermedad sea crónica. Lo que necesita cambiarse, entonces, es la creencia falsa acerca del caso.
Asimismo, cuando todas las manifestaciones de una enfermedad han sido extirpadas por medio de la cirugía ¿qué es lo que hace reaparecer la enfermedad como ocurre tantas veces? Esto se debe a la naturaleza mental de las enfermedades y al hecho de que el paciente no ha sido sanado de su temor. Este mismo razonamiento puede ser aplicado a los males hereditarios y a las creencias de contagio.
Es sólo el Cristo, la Verdad, el reflejo de la Mente divina, lo que destruirá el temor a la enfermedad y lo que eliminará por completo las falsas creencias abrigadas por la consciencia. Mrs. Eddy dice (Ciencia y Salud, pág. 400): “Cuando suprimimos la enfermedad, dirigiéndonos a la mente perturbada, sin prestarle atención al cuerpo, probamos que el pensamiento solo crea la dolencia”. Y más adelante, en el mismo párrafo dice: “La acción de la llamada mente mortal tiene que ser destruida por la Mente divina para sacar a luz la armonía del ser”.
El entender que Dios es el Amor divino y que Él nunca crea la enfermedad ni causa sufrimiento a la humanidad, nos libra en gran medida del temor. El adorar a un solo Dios, el Espíritu, y el rehusar someterse a la materia, despoja a ésta de todo poder para incapacitarnos. El honrar sólo a la Mente divina y rechazar las sugestiones de la mente mortal, nos libera de las falsas creencias, inclusive de las del pecado, la enfermedad y el sufrimiento.
Cuando comprendamos que nuestra consciencia es la substancia de nuestra experiencia, entenderemos cómo Jesús sanó por medios espirituales, por medio de la oración, y por qué él dio tanta importancia a la purificación del pensamiento y del modo de vivir como contribuciones importantes para la salud y el bienestar. Jesús previno a la humanidad contra el odio, la malicia, la venganza, el orgullo, etc., todos ellos productos de una mente falsa, o mente mortal, y dijo: “Bienaventurados los de limpio corazón; porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).
Mrs. Eddy ha expuesto el poder sanador que fue manifestado en el ministerio de Jesús, y nos ha revelado la verdad de que la Mente es substancia. En Ciencia y Salud nos dice (pág. 423): “El Científico Cristiano, comprendiendo de una manera científica que todo es Mente, comienza con la causalidad mental, la verdad del ser, a destruir el error. Este correctivo es un alterante que llega a todas las partes del organismo humano. Según las Escrituras, sondea ‘las coyunturas y los tuétanos’, y restablece la armonía del hombre”.