En Ciencia y Salud por Mrs. Eddy leemos (págs. 469, 470): “Con un mismo Padre, o sea Dios, todos en la familia humana serían hermanos; y con una sola Mente y esa Dios, o el bien, la fraternidad entre los hombres constaría de Amor y Verdad, y tendría la unidad de Principio y el poder espiritual que constituyen la Ciencia divina”. ¡Qué afirmación más maravillosa para ser usada cuando oramos científicamente — “con un mismo Padre, o sea Dios”!
Nuestra Guía nos revela este Padre como el Amor divino e infinito, el Principio eterno de toda existencia; la Vida que sólo está consciente de su propia perfección; el Alma que ve y siente sólo la armonía de su infinitud; la Verdad que no tolera el error ni la ignominia; la Mente incorpórea, inmortal y divina que sólo está consciente del bien eterno; el Espíritu que es omnisciente y la única substancia verdadera del ser.
Debido a que Mrs. Eddy revela al hombre como la imagen de Dios, comprendemos mejor estas palabras de Cristo Jesús: “Yo y el Padre somos uno” (Juan 10:30). Debemos recordar que este Padre perfecto sólo conoce a Sus hijos perfectos, que Él los guarda perfectos por siempre y que una separación entre el Padre y el hijo es absolutamente imposible.
De modo, entonces, que si una imperfección, una inarmonía o una deformidad aparece en la vida diaria nada nos autoriza a aceptarla. Mrs. Eddy nos lo dice muy claramente en la página 259 de Ciencia y Salud: “El entendimiento a la manera de Cristo de lo que es el ser científico y la curación divina incluye un Principio perfecto y una idea perfecta, — Dios perfecto y hombre perfecto, — como base del pensamiento y de la demostración”.
Dado que la imperfección no ha sido creada por Dios, no puede existir ni para nosotros ni para los demás. Dios no la apoya. De manera que estamos enteramente libres para amar a nuestro prójimo como el hijo bienamado del Amor: nuestro Padre es también el Padre de ellos, y el Padre único nos une a todos. Él nos ama con un amor eterno y nos confiere a todos las mismas cualidades. ¿Quién puede entonces separarnos?
A la luz de esta certidumbre seremos capaces de ayudar a nuestro prójimo, darle nuestro apoyo en su jornada hacia el bien. ¿No es esto Cristianismo verdadero? ¿No es éste el modo en que la unidad del Principio será demostrada? Dios jamás se tornará menos afectuoso, menos poderoso. Él nos ama con amor eterno.
No admitir nada que deforme, dañe, o menoscabe la imagen perfecta que nuestro Padre ha creado y que Él mantiene; o no permitir nada que pueda privarnos de apreciar Sus cualidades las cuales están siempre en evidencia; o no tolerar nada que pueda rebajar el estado divino de nuestro prójimo; o no repetir nada que no se ajuste a este estado, debiera ser nuestra oración de cada día. Y ésta es la oración que el Padre escucha.
Un día en que me hallaba caminando por unos solitarios bosques, un hombre salió de pronto de un matorral cercano. Su actitud no inspiraba por cierto ninguna confianza y me pregunté cómo me defendería del gran temor que se iba apoderando de mí. Al recurrir inmediatamente a la presencia del Padre sentí que una sensación de quietud y de confianza reemplazaba el temor. En vez de tratar de escapar como fue mi primer impulso, resolví seguir tranquilamente mi camino teniendo mis pensamientos como guía y compañía. Muy pronto, el hombre que al principio parecía listo para atacarme, se retiró cantando y desapareció al otro lado del camino.
La presencia infinita del Padre había bendecido a un mismo tiempo tanto al perseguido como al perseguidor; la unidad del Principio se había manifestado restableciendo el orden en intención y acción; el poder espiritual se había hecho presente para aniquilar las falsas manifestaciones de impureza y dudas. Mi pensamiento se vio invadido por la gratitud hacia mi Padre celestial — la Vida, la Verdad y el Amor.
Un estado de pensamiento que se torna al Padre, Dios, la Mente omnipotente en cualquier circunstancia puede aportar la solución a los más variados problemas de la vida diaria, ya sean físicos, mentales o morales. ¿ Acaso no es el mismo Padre el que inspiró las obras de Cristo Jesús? “El Padre, morando en mí, hace sus obras” (Juan 14: 10). ¿Y no es el mismo Padre quien más tarde guiara a Mrs. Eddy a hacer que las enseñanzas del Maestro estuvieran a nuestro alcance y de ese modo la convirtieron en la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana?
Cuando los hombres comprendan el derecho que poseen de dirigirse a Dios en toda circunstancia y tengan la seguridad de que recibirán la respuesta a este clamor, entonces reconocerán que el Padre, el Amor divino, da a cada uno y a todos las cualidades necesarias para expresar Su ley. El modo de pensar correcto inspirará entonces toda acción correcta. Y así es como probaremos que “las hojas del árbol son para la sanidad de las naciones” (Apoc. 22:2).
