Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

[Original en alemán]

Durante mi permanencia en un...

Del número de enero de 1968 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante mi permanencia en un país asiático me vi aquejado súbitamente por una seria y dolorosa infección a la cara. Me dijeron que esta clase de infección era muy común en el país donde me encontraba y que debía ponerme en contacto con un médico inmediatamente para recibir tratamiento.

Durante aquella época residía en un apartamento para estudiantes extranjeros donde nadie sabía nada acerca de la Ciencia Cristiana. Al principio no le presté mucha atención al problema, pero pronto éste se hizo más y más evidente al punto que me sentí avergonzado de salir a la calle. Luego mis compañeros de estudio rehusaron sentarse a comer en la misma mesa conmigo, y una atmósfera de mucho miedo y superstición comenzó a rodearme.

Me encerré en mi habitación y no salí durante dos días. Leí de la Biblia y de las obras de Mrs. Eddy, pero la evidencia física permanecía igual. Traté de comunicarme con la practicista de la localidad, pero se encontraba fuera de la ciudad por varias semanas. Una llamada telefónica que traté de hacer a una practicista que residía en otro país no fue aprobada por la institución que auspiciaba mis estudios la cual sólo me ayudaría a obtener tratamiento médico. Estaba muy desesperado y me embargaba el temor, y hasta sentí mucha nostalgia.

Fue entonces que recordé los ejemplos dados por Jesús y por Mrs. Eddy, y cómo ambos tuvieron que permanecer firmes y enfrentarse con enormes obstáculos. El valor que ellos demostraron en sus vidas me dio gran fortaleza. Percibí que el hombre, el cual es la creación perfecta de Dios, no puede expresar temor alguno, y reconocí mi verdadera naturaleza espiritual así como la de mis compañeros de estudio.

Una noche, me dediqué durante muchas horas, con la ayuda de las Concordancias de la Biblia y de las obras de Mrs. Eddy, a estudiar todo lo referente a limpieza, pureza, perfección y belleza, y percibí que el hombre expresa estas cualidades: que cualquier cosa que aparentemente parecía impura tendría que ceder a la pureza, ya que Dios ha creado solamente la perfección. También pude discernir que el alimento, el tiempo y otras condiciones jamás pueden afectar al hombre, la idea espiritual. Me invadió una gran sensación de gratitud y regocijo. Me sentí contento de encontrarme en ese país, y agradecido por las múltiples e interesantes experiencias de que estaba disfrutando.

Me retiré a descansar, pero momentos más tarde desperté y tuve que secarme la cara. Poco a poco toda la impureza comenzó a supurar en forma muy natural. Esto se repitió durante toda la noche, y a la hora del desayuno todos quedaron muy sorprendidos de ver lo que había sucedido. Ese mismo día reanudé mis actividades normales.

Continué afirmando que la curación por la Ciencia Cristiana es completa, y este problema jamás volvió a presentarse.

Con regocijo y gratitud me uno a tantos otros que han experimentado el poder sanador de Dios. Estoy agradecido por Cristo Jesús, quien demostró el poder de la Verdad sobre la mente mortal; y por Mrs. Eddy quien nos enseñó que este poder no ha cesado de existir.



Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / enero de 1968

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.