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Durante los últimos cuarenta y...

Del número de enero de 1968 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante los últimos cuarenta y dos años, y quizás más, he estado leyendo los testimonios de curaciones que aparecen en los periódicos de la Ciencia Cristiana. En este lapso de tiempo yo mismo he experimentado muchas curaciones.

Primeramente desearía relatar cómo me convertí en Científico Cristiano. Mi esposa, nuestros ocho hijos y yo estábamos a cargo de una granja. Un día, una hermana mía vino a visitarnos y trató de interesarme en la Ciencia Cristiana. Como yo no sabía nada acerca de esta Ciencia, no me llamó la atención. Sin embargo, al marcharse, me pidió que leyera un libro que me había dejado. Le prometí que así lo haría.

Este libro resultó ser Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mrs Eddy. Lo abrí y leí el capítulo sobre La Oración. Al terminar de leer este capítulo comprendí que había aprendido a orar.

Después que hube leído más de este gran libro, dije a mi esposa: “Se supone que este libro sane toda clase de pecado y de enfermedad. Probémoslo, y si realmente sana como lo afirma, creeremos; y si no, lo olvidaremos”.

Un día caí al sótano de nuestra casa, sentí un gran dolor y quedé malamente herido. Alguien mencionó que se llamara a un médico, pero yo dije: “No, ésta es nuestra oportunidad para probar la Ciencia Cristiana”. Me acosté mientras mi esposa se comunicaba con una practicista para explicarle lo que había ocurrido y pedirle tratamiento. Fui sanado instantáneamente; me levanté de la cama, y al verme libre del dolor y de los efectos de la caída me fui a trabajar al campo.

Debido a esta curación mi esposa y yo nos hicimos miembros de La Iglesia Madre y de una iglesia filial.

Mi familia y yo hemos tenido muchas otras pruebas de la eficacia sanadora de la Ciencia Cristiana. Fui sanado de un caso muy grave de angina. Esta curación fue tan rápida que ninguno de mis amigos, y sólo un miembro de mi familia supo acerca de la enfermedad. También experimenté una curación instantánea de un panadizo en el dedo meñique. Esta curación tuvo lugar sólo unas horas antes de que me encaminara al teatro donde debía tocar el violín. De no haber ocurrido esta curación, habría sido imposible tocar el violín.

De modo que lo que pareció ser una mala caída resultó ser una bendición. La curación es sólo uno de los muchos beneficios que experimentan aquellos que siguen las enseñanzas de la Ciencia Cristiana. Durante los últimos cuarenta años he estado a cargo de la radiodifusión de un programa radial que se transmite a diario. Tengo en la actualidad más de ochenta y seis años de edad y todavía trabajo en mi propio programa de radio. Durante todos estos años jamás he estado ausente del programa por causa de enfermedad. Mucho es lo que le debo a la Ciencia Cristiana.

Estoy verdaderamente agradecido a Dios por Cristo Jesús y por nuestra Guía, Mrs. Eddy, quien ofreció e hizo claro a la humanidad el camino hacia la salud, el bienestar y la salvación.


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