De 32 naciones vinieron a Boston para un sólo propósito. Más de 5.500 estudiantes universitarios, profesores y consejeros concurrieron a la Reunión Bienal de Organizaciones Universitarias celebrada desde el 24 al 26 de agosto de 1967 en La Iglesia Madre, en Boston. Llegaron por aviones y ómnibus fletados especialmente, así como por otros medios, desde 49 estados de los Estados Unidos de América, Canadá, América Latina, Australia y Nueva Zelandia, África, India y de varios países del Lejano Oriente, incluyendo Japón, Indonesia y Tailandia, como también llegó una numerosa delegación procedente de Gran Bretaña y Europa Continental.
Por medio de los informes que ofrecieron, así como testimonios y comentarios espontáneos desde los lugares que ocupaban, los estudiantes compartieron algunas de sus más relevantes experiencias que dieron prueba de la eficacia de la Ciencia Cristiana en sus vidas individuales y en la obra que realizan sus organizaciones en las universidades. Había una atmósfera de descubrimiento, investigación y búsqueda de lo espiritual durante los tres días que duraron las reuniones. Los estudiantes se mostraron ansiosos de aprender cómo vivir la Ciencia Cristiana para satisfacer más eficientemente las necesidades de sus compañeros estudiantes, así como las necesidades de sus respectivas comunidades y naciones, es decir las necesidades de su mundo. El fervor, la madurez y la responsable dedicación de estos jóvenes Científicos — muchos de los cuales habían venido desde cientos, si no desde miles de millas de distancia para estar presentes — fue un testimonio de su gran responsabilidad por la Causa de la Ciencia Cristiana, y de su deseo de demostrar sus enseñanzas en forma más efectiva en sus propias vidas y en sus organizaciones universitarias.
Los estudiantes ofrecieron relevantes informes concernientes a la actividad universitaria, sobre diferentes temas, tales como la realización de una perfección académica, los valores espirituales en el estudio de las artes y las ciencias, los conceptos sobre la “nueva moralidad”, la teoría de que “Dios ha muerto”, cómo lograr una comunicación más efectiva entre las distintas denominaciones religiosas; y otros informes y comentarios sobre drogas, deportes, el comportamiento entre los jóvenes, etc. Se hicieron excelentes contribuciones sobre la manera de aplicar la Ciencia Cristiana en un área cada vez más extensa: las necesidades de las naciones que surgen, el anhelo por la paz mundial, la solución de conflictos sociales, económicos y políticos, la manera de llegar a ser ciudadanos más eficientes, en suma, “la sanidad de las naciones” (Apoc. 22:2).
Los estudiantes hablaron con gran regocijo de servir en sus iglesias filiales durante su permanencia en la universidad, sus experiencias como maestros en la Escuela Dominical, sus demostraciones de ayuda mutua como así también la ayuda prestada a sus amigos no Científicos Cristianos por medio de los tratamientos de la Ciencia Cristiana. Un gran número de estudiantes habló de que el número de miembros de sus organizaciones se duplicó desde la Reunión Bienal del año 1965 a la fecha, y muchos de ellos mencionaron también que un número considerable de personas no Científicas Cristianas habían estado asistiendo a las conferencias ofrecidas por las Organizaciones Universitarias y que se quedaban a conversar con los conferenciantes por mucho tiempo después de terminadas las mismas para formular preguntas. Se informó que el número de organizaciones registradas en el The Christian Science Journal había aumentado en más de un 20% desde la última reunión y que se había cuadriplicado en los últimos 12 años.
La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana extendió una cordial bienvenida a los estudiantes y ofreció un enérgico mensaje de estímulo. Con precisas palabras dichas con la autoridad que confiere la demostración, los oradores invitados alentaron a los estudiantes a tener la valentía de vivir la Ciencia Cristiana y a mantener su alto nivel, y que resueltamente hicieran frente a las pretensiones del mal sobre la juventud y echaran por tierra tales pretensiones. Los estudiantes que mantienen estos niveles elevados deben hablar claro en defensa de la integridad, la ley y los valores morales y espirituales, y no permitir que una confusa y rebelde minoría hable por la juventud, dijo uno de los oradores. Los oradores invitados alentaron a los jóvenes metafísicos a que sacaran a luz las “zorras pequeñas” de la apatía, el apremio, la falta de adecuación, las atracciones mundanas, todo lo cual les priva de demostrar dominio y libertad en sus propias vidas, e impide manifestar la efectividad de la organización como expresión de una idea que trae libertad dentro de la población universitaria.
Varios oradores invitados se refirieron a la relevancia de la Ciencia Cristiana en sus carreras: la diplomacia, el teatro, los deportes, la música, la educación, etc.
Aunque algunas partes del programa que se llevó a cabo en la Extensión de La Iglesia Madre fueron televisadas para los estudiantes que se encontraban en el Edificio Original y en la sala de conciertos denominada Symphony Hall por medio de una estación de circuito cerrado, los informes de los estudiantes fueron presentados en sesiones simultáneas en los tres auditorios. En el edificio de la Sociedad de Horticultura de Massachusetts, fueron instalados exhibidores, los que fueron ofrecidos bajo el tema: “Id por todo el mundo” (Marcos 16: 15), y mostraban a los estudiantes diversos medios por los cuales ellos podían ofrecer algo al mundo.
Los estudiantes abandonaron las cesiones con una idea más clara de su misión como Científicos Cristianos en la universidad y de cómo llevar a cabo en forma más eficaz esta misión, e inspirados por una apreciación más profunda de la gran visión y el amor de nuestra Guía al proveer en el Manual de La Iglesia Madre (véase Art. XXIII, Sec. 8) un lugar desde el cual los jóvenes Científicos Cristianos pueden dar — y crecer — por medio de las actividades de las organizaciones universitarias en sus respectivas universidades.
    