Como testimonio de la verdad demostrada por Cristo Jesús y con profundo respeto y gratitud por la incomparable obra de Mrs. Eddy, al revelarnos la verdad, deseo relatar algunas bendiciones que he recibido por medio del estudio de la Ciencia Cristiana.
Durante un picnic escuché por primera vez la Lección-Sermón leída según se indica en el Cuaderno Trimestral. De aquella lección solamente retuve estas palabras: “Y bendito es el hombre que ve la necesidad de su hermano y la satisface, buscando el bien propio en el ajeno” (Ciencia y Salud, página 518).
Estas palabras me indujeron a aceptar una invitación para asistir a un servicio dominical de la Ciencia Cristiana. Era en la época en que la Ciencia Cristiana justamente comenzaba a establecerse en nuestra ciudad, y los servicios religiosos aún eran celebrados por un grupo que se reunía en una casa particular. Más tarde, me casé con el joven Científico Cristiano que me había invitado al picnic.
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