La curación que se busca por medio de la Ciencia Cristiana es segura si esta Ciencia se comprende y se practica correctamente.
A medida que progresamos en nuestra comprensión de la Ciencia Cristiana y demostramos su labor de curación, llegará el momento en que nos tornaremos a Dios para obtener la curación con la misma confianza y expectativa absolutas con que esperamos el amanecer. En Ciencia y Salud (pág. 368) por Mrs. Eddy, leemos: “La confianza inspirada por la Ciencia descansa en el hecho de que la Verdad es real y el error es irreal”. He aquí un hecho simple sobre el que se basa la curación en la Ciencia Cristiana. Las realidades del ser, que son otorgadas por Dios y que el hombre refleja como la semejanza de Dios, incluyen la armonía, la paz, el regocijo, la salud, y el bien abundante. Debido a que éstas son reales, son indestructibles y por lo tanto están siempre presentes. Las desarmonías de la existencia material, tales como el pecado, la enfermedad, la pobreza y la muerte son irreales porque Dios nunca las creó y existen sólo en creencia. El resultado seguro de este conocimiento de la verdad es la aniquilación del error.
¡Qué gran confianza siente el Científico Cristiano a medida que aprende a orar correctamente! La oración en la Ciencia Cristiana es una afirmación silenciosa de que Dios lo es Todo y que el hombre está incluido en ese Todo. No es una recitación de bendiciones requeridas sino un reconocimiento sincero de que tales bendiciones siempre han sido, ahora son, y siempre serán reflejadas por el hombre.
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