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[Original en español]

La misión de la Ciencia Cristiana

Del número de julio de 1968 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La mente humana tiende a dirigir sus esfuerzos a encontrar vida, inteligencia y felicidad en la llamada existencia material. El Científico Cristiano sabe que esta existencia es ilusoria. No obstante, los sentidos materiales se resisten a aceptar esta conclusión y tratan de prolongar su pretensión a vida, felicidad y paz en la materia. Cristo Jesús ilustró claramente este fraude al declarar (Juan 16:33): “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción”. Luego, alentando a sus discípulos a seguir sus pasos y a no desfallecer ante las falsas demandas de los sentidos materiales, añadió: “Pero confiad, yo he vencido al mundo”.

Mrs. Eddy incluye en Ciencia y Salud un capítulo denominado “El Glosario”, destinado a dar la definición científica y espiritual de muchos términos bíblicos. En la página 587 de este capítulo, Mrs. Eddy define el “cielo” como “La armonía; el reino del Espíritu; gobierno por el Principio divino; espiritualidad; felicidad; la atmósfera del Alma”.

Y en la página 588 define el “infierno” como “Creencia mortal; error; lujuria; remordimiento; odio; venganza; pecado; enfermedad; muerte; sufrimiento y destrucción propia; la agonía que uno se impone a sí mismo; los efectos del pecado; aquello que ‘hace abominación, o dice mentira’”.

¡Cuán alentador es saber que ambos, el cielo y el infierno, son estados de consciencia — uno que debe ser establecido y el otro que debe ser eliminado — y que no son localidades a las cuales los hombres puedan o no ir en un tiempo futuro de acuerdo a la gracia que una deidad antropomórfica imaginaria quiera o no concederles!

El estado mental erróneo llamado infierno debe ser expulsado de la consciencia para dar entrada al cielo, la armonía del ser. Pero esto jamás podrá lograrse mientras uno admita que la materia tiene existencia real, y dirija sus esfuerzos a perpetuar la mentira de que la materia es creada por sí misma o por Dios y que es capaz de proporcionar placer y dolor.

Aquel que trata de recurrir a la Ciencia para escapar de las miserias de la creencia en una existencia material, pero deseando al mismo tiempo retener esta existencia se encontrará defraudado. Recurrir a la Ciencia para usarla como una receta médica en caso de enfermedad u olvidarla en tiempos de prosperidad, acusa ingratitud y falta de amor al Principio divino creativo, la Vida, la Verdad y el Amor, así como también ignorancia acerca del verdadero origen y misión de la Ciencia Cristiana.

El propósito de la Ciencia Cristiana no es el de proporcionar paz y comodidad en la materia. La Ciencia Cristiana prueba que hay una sola creación — el hombre y el universo — y que esta creación no es material sino espiritual, perfecta y eterna. En Eclesiastés leemos (3: 14, 15): “He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá. .. Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó”.

La Ciencia Cristiana es la revelación final del Principio divino de la curación espiritual; es el Consolador prometido por el Maestro. Revela al entendimiento humano las grandes verdades del ser espiritual que capacitan a cada uno para llevar a cabo la obra de su propia salvación. Esta tarea es una demanda divina a la que tarde o temprano, aquí o en el más allá, todos tendrán que obedecer; de ahí la importancia de estudiar y vivir la Ciencia honesta y persistentemente. Mrs. Eddy dice: “El Ser Divino tiene que ser reflejado por el hombre, — de lo contrario, el hombre no es la imagen y semejanza de Aquel que es ‘del todo amable’, paciente, compasivo y fiel; empero el entender a Dios es obra de la eternidad y exige absoluta consagración de pensamientos, energías y deseos” (Ciencia y Salud, pág. 3).

Dios es el bien; y, el negar constantemente todo lo que se oponga a Dios significa desenmascarar el error, reducirlo a su nada original e ir estableciendo en la consciencia el reino de los cielos. Esta consagración para cumplir las demandas de Dios se manifiesta en la experiencia humana en exacta proporción a la fidelidad que uno demuestra hacia la Ciencia Cristiana. La moralidad, salud, abundancia y armonía son los resultados naturales y lógicos que provienen del Principio divino creativo comprendido y demostrado. Cristo Jesús dijo (Juan 10: 10): “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.

Si en el proceso de transición que significa negar lo material a fin de reflejar la consciencia divina, nos pareciera que el camino es demasiado largo y que el cielo está demasiado distante porque las pretensiones de la materia parecen ser a veces tan reales e imperiosas, bueno es saber que, al igual que Jesús, no estamos caminando solos a lo largo de la ruta. Nuestro amado Padre-Madre Dios está con nosotros, dirigiendo tiernamente nuestros pasos y alentándonos con la promesa dada por medio de Cristo Jesús (Lucas 12:32): “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino”.

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