En su carta a los Filipenses, Pablo dijo (3:13, 14): “Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. ¡Cuán inspiradas resultan estas palabras para el cristiano devoto!
Pero uno puede argüir: Me doy cuenta cuán conveniente es no sólo olvidar lo que queda atrás, sino también tener el valor de alcanzar lo que está adelante. ¿Cómo haré para lograr esta manera de pensar? Estoy dispuesto a hacer cualquier sacrificio razonable; estoy bien consciente de lo lejos que me encuentro de alcanzar la perfección, pero ¿qué debo hacer para lograrlo? ¿Cómo debo empezar?
Bien se puede decir que nuestra primera necesidad es la de lograr una verdadera estimación de nosotros mismos, y así entonces estaremos equipados para comenzar el recorrido necesario, reteniendo lo bueno o lo real, y rechazando la falsificación. ¿Cuál es por consiguiente nuestra verdadera identidad, o nuestra verdadera individualidad?
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