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[Para jóvenes]

Protegiendo nuestras normas

Del número de abril de 1969 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Leemos en las Escrituras que cuando la gente cogió piedras para arrojárselas a Jesús, “Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue” (Juan 8:59).

A menudo la gente se ve confrontada con argumentos que tratarían de confundirla tentándola a rebajar sus normas y así robar su tranquilidad. ¿Qué pueden hacer acerca de ello? Por medio de la Ciencia Cristiana pueden aprender a reconocer su identidad espiritual como el reflejo perfecto de su Padre-Madre Dios y a hacer valer los beneficios de protección y dirección que les pertenecen en razón de su filiación con Dios.

Generalmente uno piensa que la protección es sólo contra accidentes, enfermedades, carencia y desastres físicos. Pero hoy, más que nunca, la juventud necesita estar alerta contra la sugestión sutil que constantemente se presenta al público de que el tabaco, las bebidas alcohólicas y las drogas pueden proporcionar placer, popularidad o aliviar la tensión. El teatro y el cine tienden a veces a sugerir que el relajamiento de las normas morales es algo común y normal.

Es contra tales argumentos que necesitamos protección; necesitamos conocernos por lo que realmente somos — los hijos de Dios que reflejan todas las cualidades divinas. No somos mortales confrontados por la confusión o la indecisión acerca de lo que es bueno y deseable. Por medio de una comprensión mejor de Dios como Mente siempre presente, como Amor infinito y Principio divino, y de nuestra verdadera identidad espiritual como creación de Dios, nuestra experiencia humana es protegida contra los llamados males de “que es heredera la carne” y experimentamos armonía, salud y abundancia de la bondad de Dios.

En Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos, págs. 204, 205) Mrs. Eddy escribe: “Por medio de la ascensión a la espiritualidad, Dios, el Principio divino de la Ciencia Cristiana, literalmente gobierna los propósitos, ambiciones y actos del Científico Cristiano. El gobierno divino confiere prudencia y energía; extermina para siempre toda envidia y rivalidad, los malos pensamientos, la maledicencia y los malos actos; y la mente mortal así purificada, logra paz y poder fuera de sí misma”.

Una joven Científica Cristiana tuvo la alegría de verse protegida en una situación que le era muy desagradable. Una mujer mayor que ella estaba ansiosa por concertarle una cita con su hermano. Su razón, decía, era su deseo de familiarizarla con la vida mundana. La mujer y la joven no tenían nada en común, excepto las relaciones propias del trabajo. Sus conceptos de la diversión, su manera de ver la vida, sus puntos de vista religiosos, todo era diferente.

“Una Regla para Móviles y Actos” del Manual de La Iglesia Madre por Mrs. Eddy, incluye las siguientes palabras (Artículo VIII, Sección 1): “En la Ciencia, sólo el Amor divino gobierna al hombre, y el Científico Cristiano refleja la dulce amenidad del Amor, reprendiendo el pecado, expresando verdadera confraternidad, siendo caritativo y perdonando. Los miembros de esta Iglesia deben velar y orar diariamente para que se les libre de todo mal, de que profeticen, juzguen, condenen, aconsejen, influyan o se les influya erróneamente”.

La joven se propuso seguir esta Regla espiritualizando sus pensamientos y adhiriéndose al gobierno de Dios en todas sus actividades. Decidió no aceptar el plan trazado por la mujer, mas ésta y su hermano determinaron no aceptar su negativa, de manera que fueron a encontrarla a la escuela nocturna a que asistía.

Dos noches la esperaron a la salida de la clase y como la joven no sabía que estarían allí no trató de evadirlos. A pesar de haber salido por la misma puerta donde la mujer y su hermano la estaban esperando, no la vieron. Después de esto no intentaron verla más. Las relaciones entre la mujer y la joven en la oficina continuaron desenvolviéndose armoniosamente por varios años y durante este período la firmeza de la Científica Cristiana para adherirse a sus convicciones fue respetada.

Un verso del himno 370 del Himnario de la Ciencia Cristiana dice:

Con el Cristo me refugio
del Padre en el santo plan,
y en la pura unión eterna
veo al hombre en perfección.
El pecado es impotente
contra el santo y gran poder
que del mal nos da dominio:
con el Cristo estoy en Dios.

La verdad práctica de estas palabras fue demostrada por Jesús en el templo. Fue también demostrada por la joven Científica Cristiana según la narración dada. Cada uno de nosotros posee la habilidad otorgada por Dios para experimentar protección en cualquier situación desagradable.

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