Varías curaciones que experimenté por medio de la aplicación de la Ciencia Cristiana fueron relatadas en un testimonio publicado en 1957. Hoy quisiera mencionar una más.
En una ocasión en que cruzaba la calle, fui arrollado por un automóvil. Me llevaron al hospital, donde el médico diagnosticó que tenía fracturada la pelvis y roto un hueso de una pierna. Les dije a los que me atendían en el hospital que yo era Científico Cristiano y que no quería someterme a ningún tratamiento médico, ni tampoco quería que me enyesaran la pierna. Mis deseos fueron respetados. Al día siguiente mi familia tramitó mi salida del hospital. Cuando me llevaban a casa, le pedimos a un practicista de la Ciencia Cristiana que me diera tratamiento y tomamos una enfermera de la Ciencia Cristiana para que me atendiera durante el día, mientras mi esposa concurría a su trabajo.
Cuando le informé a mi empleador que no sabía cuando podría reintegrarme a mi trabajo me indemnizó y fui despedido. Esto no me afectó debido a que sabía que Dios cuidaría de todas las necesidades que yo tuviera. Durante el período en que me recuperaba de las heridas, recibí un cheque de una fuente completamente inesperada, por una suma de dinero que me debían desde hacía algún tiempo. Esto me ayudó a pagar todas las cuentas más importantes.
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