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[Original en español]

“Yo soy Jehová tu Dios, que te...

Del número de abril de 1969 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre” (Éxodo 20:2).

Por medio del presente testimonio deseo expresar mi gratitud a Dios y a la Ciencia Cristiana por haberme liberado de la afición a las drogas y de la prisión. En 1963 fui arrestado y conducido al Centro de Rehabilitación de California para sometérseme a tratamiento contra la afición a las drogas. Yo ya conocía el sistema terapéutico usado en esos lugares, pues no era ésta la primera vez que me encontraba en cárceles o prisiones. Esta vez, sin embargo, mientras consideraba mi situación, se me ocurrió que en todo el tiempo que había pasado en estos lugares nunca había conocido ni oído decir que algún estudiante de la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. se hubiese encontrado en tales aprietos.

Después de pensar largo rato sobre esto, decidí hablar con el Visitador Autorizado de la Ciencia Cristiana tocante a mi problema y pedirle que me ayudara. Durante nuestra conversación, me preguntó si alguna vez había recibido ayuda en la Ciencia Cristiana. Le contesté que nunca, pues no sabía cómo operaba. Antes de retirarme, prometió que me ayudaría. A la semana siguiente me regaló una edición traducida al español del libro de texto, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, y comencé a leer.

Había estado estudiando el libro por aproximadamente dos semanas cuando desperté una mañana orando el Padrenuestro. Esta actitud continuó por dos o tres días y sólo dejaba de orar cuando alguien me interrumpía. En esos días un prisionero se escapó del hospital y como era amigo mío, las autoridades me sometieron a un largo interrogatorio. El sargento que me interrogaba sacó un paquete de cigarrillos y encendió uno para mí. Recuerdo claramente que el cigarrillo se me consumió entre los dedos sin llevármelo ni una sola vez a los labios. Este incidente marcó para mí el fin del hábito de fumar un cigarrillo tras otro, de hablar malas palabras, de robar y de pelear.

Dos meses después de este incidente, el Visitador Autorizado de la Ciencia Cristiana me trajo la Santa Biblia y me dijo que quería que la escudriñara más y me sugirió que trabajara con él metafísicamente. Para esto me mostró cómo hacer diariamente la Lección-Sermón que aparece en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Durante aquel tiempo yo usaba lentes, y hasta ese momento no había podido leer sin ellos. Una noche empecé a leer la Biblia como a las diez de la noche y estaba tan absorto en su lectura que a las dos de la mañana aún estaba leyéndola. Claramente recuerdo que cuando dejé de leer estaba leyendo el capítulo octavo de los Romanos; entonces me di cuenta de que había estado leyendo toda la noche sin lentes. Esta curación ha sido permanente.

En 1965 me dieron de alta en el Centro de Rehabilitación e inmediatamente fui a ver a un practicista porque todavía no me sentía completamente sano. Las sugestiones agresivas con respecto a la afición a las drogas persistían y necesitaba apoyo espiritual. Además tenía otros problemas tocante al sostenimiento del hogar y de la familia y me encontraba sin empleo.

Después de dos meses de visitas constantes al practicista, de estudiar diligentemente, y de formular infinidad de preguntas respecto a la Ciencia Cristiana a estudiantes con más experiencia que yo, muchos obstáculos fueron vencidos y pude conseguir empleo. Pero la mayor de las bendiciones que recibí fue el entendimiento de que los únicos pensamientos reales son los que emanan del Padre, Dios, el cual es el bien, y que éstos tienen que ser buenos. Me sentí el hombre más feliz del mundo. Pude comprender que todo pensamiento opuesto a los de Dios no son nada más que sugestiones agresivas mentales sobre las cuales tenemos dominio. Todo apetito pecaminoso desapareció de mi existencia. Por estas bendiciones testifico, pues me siento completamente libre de todo apetito depravado, cualquiera que sea.

Estoy sinceramente agradecido por todo el movimiento de la Ciencia Cristiana; por todos los Visitadores Autorizados de la Ciencia Cristiana que sirven en las varias instituciones públicas; por la devota fidelidad de los maestros y practicistas; por el privilegio de ser estudiante de la Ciencia Cristiana; por haber recibido instrucción Primaria en la Ciencia Cristiana y por ser miembro de una iglesia filial. Doy gracias a Dios por Cristo Jesús, el Mostrador del camino, y por Mary Baker Eddy. Mi oración es poder servir a mis semejantes.


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