Deseo relatar una curación que tuvo mi hijita al poco tiempo de iniciar mi estudio de la Ciencia Cristiana. A los tres días de nacida, fue diagnosticado que, además de una dislocación congénita de las caderas, había contraído meningitis espinal y una infección, llamada aftosa, en la boca y la garganta. Se convocó una junta de nueve médicos, y nos dijeron que la niña no tenía probabilidades de vida y que no pasaría la noche. Nos pusimos en contacto con una practicista de la Ciencia Cristiana quien inmediatamente comenzó a tratar a la criaturita por medio de la oración científica. Al cabo de una hora, el médico nos telefoneó para decirnos que nuestra hija estaba mucho mejor.
Por medio del trabajo de la practicista y de nuestro estudio consagrado de la Biblia y del libro de texto Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy y otra literatura de la Ciencia Cristiana, en menos de tres semanas nos comunicaron que nuestra hijita viviría y que su caso pasaría a los anales de la medicina, porque ellos no sabían de ninguna criatura de su edad que hubiera padecido meningitis y sobrevivido. Tiempo después, dos de los médicos principales que tuvieron a su cargo el caso de nuestra hijita, declararon en varias ocasiones que la curación provenía de un poder superior.
La practicista me dio a estudiar una estrofa del himno de John Greenleaf Whittier (Himno No. 49 del Himnario de la Christian Science), que dice:
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