Luisa estaba segura de que podía comprender los Diez Mandamientos, pero el último, el que dice: “No codiciarás” (Éxodo 20:17), no le era tan fácil como los demás. Es más, no estaba ni siquiera muy segura de que lo comprendía.
Su maestra en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, había insistido en que todos los mandamientos eran importantes porque cada uno tiene un mensaje sanador. De manera que Luisa confiaba en que el Amor divino le revelaría el significado del décimo mandamiento.
Una noche, mientras se lavaba el pelo, se dio cuenta de cuán bonito era el de sus hermanas. Su admiración rayaba en la envidia. Bajo la suave luz de la lámpara, el pelo de Judit se veía tan dorado como un botón de oro, y el de Pat tenía un aterciopelado color castaño.
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